Entre las diferentes definiciones que tiene la palabra seguridad, particularmente siempre la resumo en que no es más que tener la confianza en algo o en alguien, es un tema muy complejo en el cual no solo opinan los expertos en la materia, aquí interviene todo el mundo, desde la ama de casa, el sacerdote, el ex convicto, el policía, el juez, el deportista, en fin cualquier mortal que además de meter la cuchara en el plato, da las posibles soluciones para que en los tiempos por venir tengamos esa confianza en algo y poder desarrollar una vida en paz.
Es un tema bien álgido y muy complejo de atacar, más aun cuando en nuestro país, todos, absolutamente todos hemos sido la víctima en un delito determinado, a Dios gracias que algunos podemos contarlo ya que “apenas” fuimos objeto de robo y el malandro nos trató bien, pero en miles de casos la sanción que aplican los delincuentes es la muerte.
En las grandes ciudades la competencia delincuencial es tan jodida que la inseguridad arremete incluso en contra del mismo malandro, estos o son víctimas de sus colegas malhechores o son blanco de persecución permanente de los organismos de seguridad, situación que los motiva a buscar nuevos horizontes y lamentablemente esa mala plaga invade pueblos tranquilos como Sabana de Uchire, El Valle, Guanape, Piritu, Onoto o Clarines donde precisamente se incrementó el delito en porcentajes desproporcionados.
No se trata de echarle la culpa a alguien, pero es importante saber cómo se origina el mal para poder contrarrestarlo, en Clarines capital del municipio Bruzual por ejemplo, el mismísimo alcalde Leobardo Canache ha sido responsable de la proliferación del narcotráfico y el consumo de drogas; él, en coordinación perfecta con los subordinados directores de la policía municipal, han otorgado libertad a “hijos de papá y mamá” que han sido aprehendidos flagrantemente por la otrora policía municipal con cuantiosos alijos de marihuana y cocaína, situación que utiliza como excusa el buhonero de drogas del barrio o del caserío para seguir delinquiendo y además gritar a viva voz si lo hace la primera “autoridad” del municipio porque yo no puedo hacerlo, en resumidas cuentas no hay moral.
Esta semana ese submundo de la droga cobró la vida de Yulys Belinda Suárez, del sector El Paraíso, quien deja a tres chamitos huérfanos, si andaba en malos pasos o no, ya no hay tiempo de enmendarlo, lo cierto es que perdió la vida por manos criminales. Es hora de reflexionar y buscar el cambio de estas autoridades locales que tienen gran responsabilidad en la masificación de estos flagelos y así poderle exigir al ciudadano común un buen comportamiento, estoy de acuerdo con los políticos que hacen promesas de la construcción de canchas deportivas o salones culturales para evitar el ocio y así contrarrestar la acción de los tentáculos de la droga, pero el gobierno no solo debe dar cursillos y justificar la razón social por la cual el delincuente arremete cada instante contra el hombre de bien, aquí quien cometa un delito debe ser reprimido con todo el peso de la justicia y la ley.
Los planes de seguridad deben enmarcarse bajo el amparo de las leyes orgánicas, no bajo la propaganda efectista de un momento político, estos deben prevalecer en el tiempo y no deben obedecer al político de turno. Estoy de acuerdo con la Ley de Policía Nacional, eso sí despartid izándola, ya estos gendarmes nacionales de hoy en día fracasaron, todo lo etiquetan bajo la figura del “Comandante Eterno” y otras bufonadas que no garantizan en lo absoluto la seguridad del vecino. Esperemos que luego del 08 de Diciembre gane quien gane en cada rincón del país, el gobierno Nacional le permita articular en esta importante materia y así poder dejar atrás el toque de queda obligatorio que se someten los ciudadanos en Clarines, Boca de Uchire o en cualquier caserío de nuestra Venezuela.
Emilio Guzmán Rojas