Cantas veces que repitieron que la revolución en Venezuela se trataba de un proceso humanista-cristiano y resulto no serlo, pero que además eran la posición contraria a los gobiernos de la cuarta Republica que asesinaban o desaparecían al pueblo por el simple hecho de no comulgar con sus ideas y reprimen exactamente igual, pues, escupieron hacia arriba y esto resultó peor.
Todo lo que está ocurriendo en el país es la reacción de un pueblo que percibe que el actual gobierno no pudo con la inseguridad, un pueblo que es afectado en todos los sentidos por las malas políticas económicas, ese pueblo que se ve humillado cada vez que debe salir a procurar los alimentos de la familia y debe exponerse a la intemperie hasta 20 horas en largas colas o peor aún un pueblo que debe pasar meses arrumado en una colchonetica en los pasillos de algún hospital de este pobre país rico, esperando reunir la platica para comprar los insumos y practicarse la riesgosa operación, ya que eso de que la salud es gratuita sólo se ve en la constitución, y si a esto se le añade la grosera corrupción, la falta de independencia de los poderes públicos y la impunidad reinante entonces nos encontramos en el medio de un océano de razones para protestar. Sin embargo, soy de los que cree que esta manifestación popular está fuera de tiempos, en primer lugar porque en menos de 15 meses hemos recibido 04 reveses electorales y la calle sería el mejor ejemplo de malcriadez y desconocimiento de los resultados, lo que ameritaría cambiar la estrategia dentro de la Constitución; segundo porque se la estamos poniendo en bandeja de plata al gobierno, le estamos dando la posibilidad de justificarse –como siempre lo hacen- de que el país lo tienen vuelto un desastre por culpa de las protestas y tercero porque los pocos delincuentes que se infiltran y destruyen los bienes públicos contaminan la esencia del reclamo original.
Muchos consideramos que la protesta sin dirección política aterrizaría en el caos y así está ocurriendo, pero aquí no se trata de que el país este levantando la voz porque se violen los derechos de algún caso en particular, la gente está alzada por lo repetitivito de la mala praxis gubernamental en casi todo lo que ejercen y el empeño que tienen los funcionarios en no asumir la responsabilidad del desastre, más bien siempre huyendo hacia adelante y endosando la culpa a otros. Ahora bien, esto tampoco da derechos a nadie de destruir el bien colectivo o la propiedad privada, las conductas irregulares y delictuosas deben ser sancionadas, eso de quemar transporte el público o destruir oficinas del gobierno deslegitima la verdadera razón de la protesta. Cualquier ciudadano que lance una “guaratara” a un transporte público o incendie algunas instalaciones está cometiendo delitos, por ende es un delincuente, como lo son también los Guardias Nacionales o los agentes del orden que roban o destruyen el bien ajeno, o que violan, humillan o disparan sobre la humanidad de algún ciudadano, de todo hemos visto en los documentales de las protestas y esto debe parar ya.
Es preciso que el gobierno entienda que el venezolano lleva por dentro ese albedrío de forma natural, por eso protesta y por eso merece ser escuchado, los que estamos en el conflicto debemos ofrendar una porción de humildad y por el bien del país ceder en lo que sea necesario, sin complejos, ceder no significa estar derrotados. El Presidente Maduro debe dejar los epítetos y buscar dialogar, ya que la criminalidad, la escases de alimentos, la impunidad y la falta de agua entre tanta calamidad amerita del concurso de todos y pasa por la rectificación de todos, desde Miraflores hacia abajo.
Para calmar la situación el ejecutivo no debe retar al movimiento estudiantil, eso es un error, esos chamos tienen principios inalienables, ellos no son los que están destruyendo al pueblo y el gobierno lo sabe, salieron a la calle y fueron respaldados por sus padres, vecinos, taxistas, obreros, etc., es hora de la reflexión y la cordura.
Emilio Guzmán Rojas / @Emilio_Guzman