Yuca Amarga: »Anarquía e Inseguridad en Anzoátegui» por @Emilio_Guzman

Las titulares sobre la muerte de mas de cincuenta venezolanos por día a causa de la descomposición social, lamentablemente no sorprenden a nadie y Anzoátegui no se escapa de esta deplorable realidad, lo que si es digno de un análisis son los hechos criminales de diferentes orígenes que coincidencialmente ocurrieron esta semana. Los casos que tocaremos no son de rencilla entre delincuentes, ni de lucha por el control del mercado de cocaína en un territorio determinado, van mucho más allá, es la verdadera muestra de la perdida de valores en nuestra sociedad frente a un Estado que se declara incompetente sobre el problema social.

Independientemente de la motivación del delito, el mismo día fueron asesinadas dos mujeres en esta entidad anzoatiguense, una en Valle Guanape con múltiples heridas por arma blanca y la otra en El Tigre por arma de fuego, de forma casi inmediata y en reclamo por la falta de respuesta policial cientos de personas se apostaron frente la vieja Comandancia de policías en Valle Guanape, al punto que sometieron al jefe del puesto y obligaron a las autoridades superiores a remplazar toda la tropa policial allí acantonada; en el Sur de Anzoátegui fue peor, el hermano de la victima cobr´o venganza por sus propias manos y le quito la vida al victimario; pero también la zona Norte en el sector de Brisas del mar de Barcelona le propinaron mas de treinta disparos a un funcionario de Polisotillo al lado de su esposa, y como era poco, un grupo de vándalos disfrazados de estudiantes, saquearon e incendiaron dos gandolas en la entrada de la UDO, todo esto en menos de 12 horas, entonces donde esta la autoridad?, quien es el responsable de este desastre?

La incapacidad de la policía para atender las denuncias, procesar y capturar a los delincuentes y la ineficiencia del sistema judicial, en términos de la lentitud y negligencia para la imposición de las penas, se convirtieron en problemas crónicos para la sociedad venezolana.

Esta cuestión que en una primera lectura aparece apenas como una muestra de la gran precariedad institucional, tiene profundas repercusiones en un comportamiento social orientado por la idea de la impunidad, los delincuentes están convencidos que pueden ejecutar sus acciones, pues difícilmente serán castigados y la población se convence de que ello es totalmente cierto.

Estamos entonces, en presencia de un nuevo problema, necesariamente la impunidad fomenta conductas indeseables y habría que preguntarse lo que hacen las víctimas frente a las agresiones ante la ausencia de la protección que debe garantizar el Estado, y además el incremento de las respuestas también violentas, que cada día se generalizan, si tienen o no alguna “justificación” por la percepción de indefensión. Perfectamente puede tratarse de una visión deformada de la realidad donde el riesgo que se percibe es mayor que la amenaza real. Habría que interrogarse además en torno a si las acciones de la población ayudan a prevenir y a evitar la violencia o si más bien ayudan a profundizarla y a deteriorar aún más la convivencia social.

Aunque están pasando por un mal momento no debemos de dejar creer en las instituciones, el carácter violento de la “vacuna”, las rondas “comunitarias” y los linchamientos no son la solución al problema, aunque es evidente que en los linchamientos o las tomas de los comando policiales, son expresiones de la tensión acumulada y de la desesperación; pero, también es cierto que representan riesgos adicionales a la violencia delictiva

Cualquier practica de tomar la justicia por nuestras propias manos va en contra de una sociedad que pide a gritos seguridad y derechos humanos, pero la gente se cansa y estos hechos aislados deben llamar la atención de las autoridades y no esperar el gran estallido de la olla de presión de venezolana que clama por justicia y rechaza lo ineficaz del actual gobierno en materia tan álgida como la seguridad personal.

Por: Emilio Guzmán Rojas