Esther Camacho amaneció este lunes con unos extraños e intensos dolores en las muñecas y rodillas. Para horas de la noche ya tenía fiebre alta que no lograba disminuir. El malestar fue aumentando con el pasar de los días y al tercero notó un sarpullido en espalda, brazos y piernas que encendieron las alarmas de sus familiares.
Al acudir al ambulatorio de su comunidad, un médico general le realizó el diagnóstico, que por los síntomas correspondían a fiebre chikungunya, pero la confirmación debía ser otorgada luego de una prueba sanguínea enviada al Instituto Nacional de Higiene, sin fecha de entrega y cuya espera puede ser de semanas.
En la vivienda, su nieta, una bebé de un año de edad, comenzó a presentar los mismos síntomas el viernes. Al día siguiente fue llevada al Hospital Juan Daza Pereira, en donde se encontraron con 30 pacientes con los mismos síntomas; la mayoría de ellos eran devueltos a sus hogares debido a que el laboratorio se encuentra cerrado los fines de semana y tampoco contaban con acetaminofén para entregar a los pacientes, por lo cual se les indicaba el tratamiento y los retiraban del recinto.
En las farmacias, pocos eran los afortunados que conseguían el acetaminofén, único fármaco recomendado para controlar los síntomas del dengue y el chikungunya; otros aprovechaban unas cajitas del medicamento que quedaban en sus casas, pero ante esta escasez la automedicación se ha vuelto cotidiana y con ello las complicaciones de estas enfermedades.
Mientras en la casa de la señora Esther, tratan de aliviar la fiebre y el malestar, al tiempo que protegen a los demás miembros de la familia de un nuevo contagio, utilizando repelentes caseros y mosquiteros.
Esta es solo una de las tantas historias que se escuchan en la ciudad referentes al dengue y la fiebre chikungunya, la primera una enfermedad endémica ya instalada y la última un nuevo virus que ha llegado para complicar aún más la crisis asistencial del país.
La falta de medicamentos hace más complicados los tratamientos, las pruebas de sangre no pueden ser realizadas por falta de reactivos en los centros públicos y privados, sólo queda la prevención para evitar el contagio y aquellos ya contagiados, pasar la enfermedad con caldos y reposo.
Fuente [Lapatilla.com]