El pasado 2 de diciembre, mientras una niña arrojaba comida a uno de los delfines cautivos en el parque marino de Sea World en Orlando, Florida, el animal brincó hasta tomar con sus mandíbulas el brazo de la pequeña. Sin embargo, más allá de cuestionarnos el instinto del delfín, el incidente vuelve a plantear el polémico derecho que se arrogan parques de diversiones como este que convierten a los animales en motivo de atracción en contra de su naturaleza.