Opuestos a toda forma de oscurantismo y charlatanería, sostienen que el conocimiento espiritual va en ascenso y puede contribuir a una sociedad más justa.
La súbita aparición de espectros o espíritus de personas fallecidas –fantasmas, en el argot popular- con la apariencia que tuvieron en vida, como lo atestiguan numerosas personas, así como ruidos inexplicables en techos y habitaciones, movimientos de objetos o muebles de un lugar a otro o la repentina materialización de aromas, flores u otros elementos son fenómenos que provienen, según algunos estudiosos del espiritismo, del mundo ultrafísico.
Aunque reconocen no estar en conocimiento de cómo se producen esas manifestaciones, aseguran que se trata de una dimensión conformada por los mismos seres humanos fallecidos privados sólo de su cuerpo físico, aunque con los mismos rasgos, imperfecciones y creencias de su vida encarnada. La existencia de ese mundo vedado a nuestros ojos y más allá de la fugaz realidad, es, sin embargo, puesta en duda por muchas personas.
Un trozo de realidad
Nuestro insigne poeta Andrés Eloy Blanco opinó en una ocasión en relación a la vida después de la muerte: “Ocupémoslos del aquí, que cuando estemos allá, allá veremos”. Al parecer, la mayoría de la gente vive sin pensar que algún día morirá.
En otra sintonía se encuentran los espiritistas científicos, adeptos a la doctrina evolucionista codificada a mediados del siglo XIX por Allan Kardek (Hippolite Leon Denizard Rivail), quienes con plena convicción aseguran que nacer, morir, volver a nacer y progresar siempre, es la ley fundamental de la existencia. Su doctrina racionalista se opone a todo tipo de dogmas, ritos, ceremonias, supersticiones y creencias en lo sobrenatural, en demonios, así como en un cielo o un infierno.
Esgrimiendo la razón como fuente del saber -contrapuesta a la fe ciega-, la escuela espiritista kardeciana, representada en el Movimiento de Cultura Espírita “Cima”, asevera que estamos dinamizados por un principio psíquico evolutivo indestructible e imperecedero responsable de las funciones intelectuales y emocionales, estableciendo además que la reencarnación es indispensable para el mejoramiento del ser humano Expresan que su visión se sintoniza con los descubrimientos de la física cuántica y relativista y con los paradigmas científicos que avanzan hacia la demostración de que el mundo que percibimos es sólo un trozo de la realidad.
Años de creencia
Actualmente destacados científicos, como el neurocientífico canadiense Wilder Penfield o su colega holandés Herms Rmijn, apoyan la noción de que la mente no se localiza en el cerebro sino que podría provenir de una conciencia universal, un campo de fuerza más allá del espacio y del tiempo. El cerebro de cada persona sería como un aparato de radio que le permite a la mente expresarse en forma individual.
Aquí en Caracas, llegan al auditorio de “Cima” grupos de personas interesadas en las conferencias públicas sobre el mundo físico y psíquico que nos rodea y aspectos científicos, filosóficos, morales y sociales del Espiritismo kardeciano. El centro, con seccionales en Maracay y Valencia, reúne en su seno a muchos profesionales de la salud -médicos, biólogos, psicólogos- que han celebrado en estos días los cincuenta años de su fundación, efectuada por un grupo de estudiosos liderados por el escritor David Grossvater. Hoy se encuentra presidido por el psicólogo clínico, profesor universitario, conferencista y escritor muy conocido en nuestro medio, Jon Aizpúrua.
La mediumnidad, un instrumento
La mediumnidad es una facultad que poseemos todos los seres humanos, puntualiza el doctor Rafael Castillo, de Cima. Médico cirujano con amplia trayectoria profesional en varios hospitales de Caracas y Mérida, y con más de cuarenta años dedicado al espiritismo científico y filosófico, Castillo califica a la mediumnidad como una realidad indiscutible, que permite la relación del mundo visible con el invisible.
– Si bien se presenta en forma leve y ocasional en mucha gente, en los médiums es ostensible, con manifestaciones frecuentes e intensas –afirma-. La comunicación se facilita gracias al periespíritu o aura, envoltura fluídica de la entidad desencarnada, que actúa como un verdadero “transformador”, disminuyendo su energía y permitiéndole colocarse al mismo nivel del médium”.
Como se sabe, algunos médiums revelan la comunicación mediante el habla o la escritura, mientras otros visualizan el campo espiritual. “Hoy tenemos un mayor progreso espiritual y los espíritus buscan relacionarse con los de este mundo hasta por medios instrumentales -grabadores, teléfonos- y llegará el día en que el contacto se logrará sólo por telepatía”.
Apunta, sin embargo, estar en total desacuerdo con los programas de TV tan en boga hoy en día y donde las almas de los fallecidos entran en comunicación con los seres vivos, porque la mediumnidad no debe ser motivo de diversión, frivolidad o fraude, ni tampoco un oficio remunerado. Compara con el boom de las terapias regresivas (acceso al registro de memorias de vidas pasadas) que proliferaron recientemente en manos de grupos esotéricos en forma riesgosa, dejando a algunas personas alteradas.
Castillo explica que es la mediumnidad la que permite probar experimentalmente la inmortalidad del alma, valiéndose de los mismos recursos empleados por las ciencias naturales, entrar en contacto con seres queridos y recibir valiosas informaciones de diferentes fuentes espirituales. En palabras del psicólogo Jon Aizpúrua, la mediumnidad es al espiritismo lo que el microscopio es a la microbiología o el telescopio a la astronomía, y debe estar al servicio de la doctrina, y no viceversa.
Una vida tras otra
Pese a la oposición de algunas religiones, la tesis reencarnacionista, evidenciada por la mediumnidad, es investigada hoy por científicos de renombre. Muy conocidos son los estudios realizados por Ian Stevenson, jefe de Neurología y Psiquiatría de la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia, Estados Unidos, sobre más de dos mil casos ocurridos en diversos países, así como sus conclusiones acerca de cicatrices, marcas y defectos físicos que trae el niño al nacer y podrían corresponder a una vida anterior.
Jon Aizpúrua, autor de la obra Fundamentos del Espiritismo, alude a la distorsión del sentido evolucionista y progresista de la reencarnación, lo que lleva a algunos a pensar sobre la posibilidad de reencarnar en animales, mientras otros fantasean con haber sido antes grandes personajes de la historia. “Lo cual es absurdo porque se trata de una ley que impulsa siempre hacia delante”. Alude asimismo al concepto imperante de karma (acción y reacción en sánscrito) como algo negativo cuando en realidad se trata de un proceso equilibrado y compensatorio que conduce a enfrentar consecuencias gratas e ingratas de nuestros propios actos.
Respecto al olvido de lo antes vivido -con excepciones asombrosas de quienes recuerdan con impresionante exactitud su vida anterior-, apunta que el proceso de turbación que bloquea la memoria del espíritu cuando el niño nace, facilita una aproximación nueva al problema no resuelto anteriormente, estimulando así el progreso del alma con energía renovada.
[Fuente: revistadominical.com.ve]