Un hombre salvó a 90 personas de morir aplastadas en sus propias casas en Medellín

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La denuncia de la mujer era rotunda: el apartamento que acababa de comprar como nuevo se estaba desmoronando y necesitaba con urgencia alguien que la ayudara.

Era el primer indicio de lo que ocurriría el día siguiente, el 12 de octubre de 2013: un edificio recién construido en el suelo y 11 personas muertas.

La mujer que se comunicaba con la línea de atención de emergencias de Medellín- la segunda ciudad colombiana, 450 kilómetros al oeste de la capital Bogotá- no podía ocultar su preocupación: el apartamento de unos 60 metros cuadrados, ubicado en un sector privilegiado y que recién estrenaba tras pagar una suma cercana a los US$110.000, estaba tan agrietado como si lo hubiera sacudido un terremoto.

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Jaime Enrique Gómez fue la persona responsable de gestionar la orden de evacuación del edificio Space.

Un miembro del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (DAGRD) de la ciudad escuchó a la mujer con atención y, al hacer las preguntas de rigor, cayó en la cuenta de que algo grave estaba pasando.

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«Me reportaron que la señora había escuchado un crujido, que después habían aparecido las grietas y que no sabía qué hacer. En una construcción de 22 pisos recién entregada eso no es una buena señal», le dijo Jaime Enrique Gómez a BBC Mundo.

Gómez, quien entonces estaba a cargo del DAGRD, agarró su casco, su chaleco de rescatista y salió hacia el lugar. El edificio se llamaba Space.

Ventanas encorvadas

El conjunto residencial Space era una mole gris de 161 apartamentos, que había costado cerca de US$15 millones y dominaba el paisaje del barrio El Poblado, el más exclusivo de la ciudad.

La empresa responsable de los diseños y la construcción era Lérida CDO, una reconocida firma propiedad de Álvaro Villegas, un dirigente político de mucho prestigio en la región antioqueña.

Pero…

Gómez recuerda que cuando se acercaban a Space se podía apreciar que tenía problemas: las ventanas estaban encorvadas y se veían algunas grietas en la fachada.

Al llegar se encontró con los propietarios que lo esperaban en la entrada del complejo y reflejaban en sus rostros que no tenían la menor idea de qué estaba ocurriendo con su propiedad, en la que muchos habían dejado todos sus ahorros.

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Es como la historia del Titanic. Uno nunca piensa que un edificio construido en una zona así se pueda caer, pero también estaba la arrogancia de algunas personas que pensaban que podían repararlo en un mes

Jaime Enrique Gómez, geólogo

«Estaban muy angustiados, no sabían si irse o quedarse en los apartamentos», recuerda.

Poco después de las nueve comenzaron a revisar las entrañas de aquel gigante en la torre 6 –que era la última que había sido entregada y donde se habían originado las quejas-, después de que el personal de Lérida CDO les garantizó que no había riesgos en la edificación.

Pero la inspección de cada rincón fue un padecimiento: pintura descascarada, pisos resquebrajados, serios daños en las paredes.

«No puedo negar que me dio susto estar ahí metido», relata Gómez a BBC Mundo.

Y todavía no habían llegado al corazón de problema.

Como culebras

Era una columna partida en dos, donde las varillas de acero habían cedido a la presión.

«Parecían culebras metidas en el cemento. En ese edificio no podía estar nadie».

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Esta es la columna deteriorada que determinó la decisión de Gómez.

Frente a ellos estaba el grupo de ingenieros de Lérida CDO que habían levantado Space, encabezado por Jorge Aristizábal Ochoa, un prestigioso ingeniero de la ciudad que inclusive había sido profesor de alguno de los que acompañaban a Gómez.

Lo que vendría a continuación era un paso complicado: había que corregir al docente. Dar la orden de evacuación frente a quienes afirmaban que el problema no era tan grave.

«Es un problema estructural que estamos resolviendo. No representa ningún peligro de colapso del edificio ni de seguridad para las personas», dijo Aristizábal a varios medios locales ese mismo día.

Además, Gómez, a pesar de su experiencia, no era el director del servicio. Un par de días antes de aquella llamada, su jefe se había ido de vacaciones y él había quedado a cargo solo por unas semanas.

Había que tomar una decisión.

Después de la inspección, que había durado cerca de dos horas, y a pesar de la opinión de Aristizábal y su equipo, Gómez salió a encontrarse con los representantes de las 22 familias que lo esperaban a la salida del edificio.

«Yo solo tenía el poder de hacer una recomendación de evacuación. Les expliqué la seriedad de la situación y ellos, unas 90 personas, decidieron que iban a dejar sus casas», dice.

El Titanic

A las 11 de la mañana del 11 de octubre, Gómez regresó a la oficina para enviar toda la información de sus hallazgos a una inspección judicial para que convirtieran la recomendación en una orden policial.

Unas 36 horas después, poco antes de la 8 de la noche del 12 de octubre, los 22 pisos de la torre 6 de Space se desplomaron súbitamente y quedaron convertidos en 5.184 toneladas de escombros.

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En el desplome de la torre 6 de Space en el occidente de Colombia murieron 11 personas.

En el hecho murieron 11 personas. La mayoría, operarios que intentaban reparar la estructura.

Un año después, un grupo de expertos de la Universidad de Los Andes, una de las mejores de Colombia, entregó un informe completo sobre las causas del colapso.

«No es un problema del material ni de la sobrecarga, el edificio estaba mal conceptuado. No cumplía con la normativa de sismo-resistencia y estaba deficiente en capacidad», se podía leer en el informe.

Los medios, al conocer lo que había hecho Gómez, por encima del criterio de la constructora, lo bautizaron el héroe de Space.

El Tiempo, el principal diario de Colombia, tituló: «El hombre que salvó a 22 familias».

Y el pasado mes de septiembre, la Organización de Naciones Unidas en Colombia reconoció el trabajo de Gómez al calificarlo también como un «héroe humanitario».

Fuente [Bbc.co.uk]

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