La urgencia: violación a la voluntad y autonomía universitaria
Una vez más lo urgente se antepone a lo importante. En medio de la organización del más significativo y extraordinario proceso de expresión de soberanía de la ciudadanía venezolana, la Universidad Simón Bolívar es atacada en su autonomía.
Desconociendo la voluntad expresada el pasado diciembre a través del voto de la comunidad y la decisión autónoma del Consejo Directivo, el CNU designa arbitrariamente como Vicerrector Académico encargado a una persona sin vinculación alguna con la institución, que además no cuenta con las credenciales académicas para optar a dicho cargo.
Las universidades nacionales venezolanas no han realizado elecciones de autoridades, por un impedimento emanado del Tribunal Supremo de Justicia (fechado el 15 de mayo de 2013, en el caso de la USB), lo que se ha constituido en la permanencia de las autoridades electas en sus cargos más allá del doble del tiempo legalmente estipulado para ello. Por otra parte, habiendo renunciado el año pasado nuestro Vicerrector Académico, la comunidad académica (estudiantes, egresados y profesores) realizamos, el 16 de diciembre de 2016, una consulta amplia, abierta, entre nuestros asociados y afiliados, en la que se presentaron cuatro insignes candidatos de la USB para ocupar el cargo de Vicerrector Académico (E) hasta que haya elecciones. El resultado fue conocido de inmediato por el Consejo Directivo de la institución, quien designó por unanimidad al que salió favorecido en dicha consulta, el profesor Oscar González como Vicerrector Académico encargado.
En la Constitución se establece con claridad (Artículo 109) la autonomía universitaria. Allí se expresa literalmente que: “Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno”. Por ello, los egresados desconocemos cualquier nombramiento que no surja del interior de nuestra Alma Mater. Para nosotros, el Vicerrector Académico encargado en la USB es, como se ha anunciado suficientemente en la universidad, el profesor Oscar González.
El rol de la universidad: lo que hagamos hoy, marcará nuestro futuro
Venezuela está sumida en una grave crisis cuya descripción detallada nos ahorraremos acá, porque la vivimos en nuestra cruda cotidianidad. Muchos profesionales brillantes, jóvenes recién graduados, se han ido del país, buscando un futuro mejor. Venezolanos que se han forjado en nuestras universidades autónomas, conociendo y compartiendo los principios rectores y los valores que todos aspiramos desarrollar como aporte a nuestra sociedad, que no han encontrado el modo de lograrlo aquí, y optaron por buscar en otras latitudes.
Pero así mismo, hay una inmensa cantidad de otros que siguen acá, en los salones de clase, donde también son vulnerables a la inseguridad; que siguen ejerciendo su vocación docente con tal nivel de compromiso, que a pesar de sus terribles condiciones de trabajo, ponen de su bolsillo para los materiales básicos, y prosiguen con la tarea de formar profesionales para nuestro país. Sus técnicos, trabajadores, acuden cada día a poner su empeño en que el Campus se mantenga vivo, para cumplir los objetivos para los cuales se creó. Sus estudiantes, que siguen luchando día tras día por un país mejor y una universidad moderna y libre, participando, debatiendo, con la mira puesta en su futuro, y con la pasión que marca un sueño que se quiere lograr.
Eso muestra la grandeza del compromiso de los distintos miembros de la comunidad universitaria con la institución. Nuestros profesores, nuestros estudiantes, empleados, trabajadores, siguen aquí, ejerciendo con su ejemplo diario los principios rectores de la Universidad del Futuro.
Por eso hoy somos objeto de acoso. Porque a pesar de las dificultades, nos mantenemos trabajando por proteger y garantizar la esencia de lo que hemos sido, pero más aún, de lo que deberíamos y queremos llegar a ser como institución, de cara a la reconstrucción del país.
Este atropello a la autonomía universitaria consagrada en el artículo 109 de la Constitución Nacional, representa un ataque más en contra de la calidad de la educación universitaria, la búsqueda de la excelencia y el espíritu de superación como pilares de la movilidad de la sociedad, valores de los que nuestra institución siempre ha sido representante y garante.
Todo está relacionado: la respuesta la tenemos los ciudadanos
Un país es capaz de desarrollarse y progresar, si tiene una base sólida en cuanto a la generación del conocimiento, la búsqueda de la excelencia y el reconocimiento al esfuerzo como mecanismo para superarse; todo ello en un ámbito de Libertad, apego al Estado de Derecho y Democracia.
Es decir, un país desarrollado, moderno y próspero sólo es posible en condiciones de libertad y democracia verdaderas. Y para ello, sus instituciones universitarias, la academia, la investigación, la ciencia y la tecnología, son esenciales, porque son el lugar en el que surgen las ideas, se generan las innovaciones, se aprende, de verdad, el valor del esfuerzo propio, el mérito y la importancia de la convivencia con los otros, cuyos puntos de vista son diferentes a los nuestros.
Para los jóvenes, la universidad venezolana tiene que destacarse como el espacio preferido donde formarse, que les permita avanzar y desarrollarse, donde se estimule la búsqueda de la excelencia y el espíritu de superación. Para los profesores, la posibilidad maravillosa del debate, de la investigación, la creación de conocimiento y de la formación de profesionales, valorando el mérito y la excelencia. Para sus egresados, el espacio que despertó nuestro espíritu emprendedor, nuestra actitud innovadora y abierta al cambio, y la búsqueda permanente de la superación de nuestros logros. Para las familias, la oportunidad de alcanzar, a través de un mejor desempeño profesional, su crecimiento y prosperidad personal y familiar. Tenemos que lograr que toda la sociedad se reencuentre con estos planteamientos, y pose su mirada en los miles de ejemplos de grandes venezolanos que cotidianamente aportan para que Venezuela sea un país mejor, y que provienen de nuestras universidades.
Hoy en día la realidad es diferente a la descrita, ya que el régimen acosa y estrangula las instituciones que se mantienen firmes, en la defensa de la libertad y la democracia como pilares de su funcionamiento y accionar.
La buena noticia es que si hay salida para esta crisis. Hay salida, y está en nuestras manos concretarla. Los ciudadanos llevamos más de 100 días manifestando nuestra firme decisión de salir lo antes posible de este modelo empobrecedor y reñido con el conocimiento, el mérito, la prosperidad y la modernidad. Es imprescindible por tanto, nuestra participación activa este domingo 16 de julio en el plebiscito que hemos convocado.
Hoy más que nunca se requiere de nosotros que se sienta el reclamo por la recuperación del sentido común, de la academia, el rescate de los espacios donde de forma natural se desarrollan el libre pensamiento y la formación de alto nivel que son claves para el desarrollo del país, y para la conformación de un ciudadano crítico y responsable. Comencemos por activarnos para que el evento de este domingo 16J sea un éxito.
Con este gran paso, avanzaremos hacia un proceso de transición a la democracia y hacia una sociedad donde el mérito, la calidad y el logro sean parte de sus pilares fundamentales. Y donde las universidades, tendrán un rol importantísimo en el desarrollo del país, sobre la base del conocimiento, la excelencia y el reconocimiento al esfuerzo como mecanismo para superarse, donde todos tengamos cabida.
Lo que hagamos este domingo 16J como ciudadanos, será la medida que muestre al país el tipo de sociedad en la que queremos vivir, en la que se desarrolle la universidad, y como todo círculo virtuoso, nuestro futuro como país.