Dime qué quieres comer y te diré dónde viajar. La propuesta de elegir el lugar del mundo a conocer a partir de su gastronomía, es -nunca mejor dicho- tentadora. Así lo reseña Verónica Luna en un trabajo para www.todopaviajar.com
Desplegar el mapa, observar los destinos, establecer las conexiones y elegir la ruta que lleve al disfrute. Ése podría ser el procedimiento básico que el turista realiza antes de viajar. Sin embargo, esta vez, no se trata de la cartografía carretera, sino de un singular mapa gastronómico que conduce a transitar las rutas del sabor.
Como a los novios
Las abuelas decían que a los novios se los conquistaba por el estómago. El turismo gastronómico parece haber adoptado algo de esa máxima, y en los últimos años se convirtió en una propuesta cada vez más interesante a partir de cautivar a los turistas con sus exquisiteces más tradicionales. Su misión consiste en recuperar de cada sitio el bagaje cultural de sus platos y exponer ese patrimonio culinario a la degustación de los visitantes. Los ingredientes, la forma de elaborar y condimentar a los alimentos, sus rutinas, dicen mucho de la identidad de un lugar, de su historia, de su cultura. La experiencia se traduce en un viaje diferente para adentrarse en las raíces, las costumbres, lo auténtico y lo propio de cada comunidad.
Elige tu propia aventura
El itinerario que se dibuja en el mapa, a partir del aroma de los platos típicos, puede llevar a recorrer los circuitos, según el paladar de cada uno. “El alimento forma parte del patrimonio de los pueblos y cuando se integra a la oferta turística enaltece al destino”, dice en su trabajo sobre rutas alimentarias, Ernesto Barrera, coordinador del Área de Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. El especialista, establece una diferenciación entre Rutas Gastronómicas y Rutas Alimentarias. Mientras que las primeras se concentran en la preparación de los alimentos en cocinas y restaurantes, las rutas alimentarias incorporan el componente de ruralidad, el trabajo en el campo, en la producción de los alimentos. “El punto de partida para desarrollar las rutas alimentarias, pasa por comprender el carácter patrimonial del alimento”, asegura en el mismo documento.
Si bien se habla de turismo gastronómico, el término más apropiado, según explica Regina Schlüter, Directora del CIET (Centro de Investigaciones y Estudios Turísticos), es el de enogastronomía, ya que además de comer, también se bebe, dando lugar al maridaje entre los alimentos y las bebidas. El éxito de las rutas alimentarias ocurre “no porque venga implantado sino porque la gente del lugar se identifica con él y porque está en sus costumbres y en su cultura”. En ese sentido, agrega que a través de la ingesta de alimentos “el turista se está metiendo dentro de una cultura, a través de una experiencia mucho más rica”.
La Ruta de la Empanada
En el noroeste argentino, entre los cerros y con ese paisaje de cielo límpido y nubes muy blancas, la provincia de Tucumán, levantó la bandera de su especialidad. A base de carne cortada a cuchillo, cebollas, huevos, pimentón y comino, más de cincuenta locales gastronómicos de las ciudades de San Miguel, Yerba Buena y Famaillá –donde cada año se celebra la Fiesta Nacional de la Empanada-, tientan a los turistas con ese relleno jugoso envuelto en una masa casera, al que no hay que olvidar agregarle limón. Imposible pasear por la provincia sin degustar ese alimento con sabor a folclore y tradición.
En Argentina, otros ejemplos de rutas alimentarias son la Ruta de la Yerba Mate, en las provincias de Corrientes y Misiones y la ruta de los Chacinados y Quesos en Córdoba y la Ruta del Vino en Mendoza.
La Ruta del Cerdo
En la región de Mealhada, en el centro de Portugal, el plato típico es el lechón a la Bairrada. Esta comida tradicional es, desde hace varios siglos, la carta de presentación que le otorga su identidad gastronómica. Consiste en la preparación de un cochinillo adobado con una pasta de sal y pimienta, y cocinado en horno a leña. El recorrido del patrimonio cultural de la ciudad no estará completo, hasta que el turista pruebe este manjar en alguno de los característicos restaurantes del lugar.
Exquisiteces del Perú
La influencia de las vertientes originarias, así como la amazónica, española y japonesa, dieron a la cocina peruana un tinte de variado sabor que le valió convertirse en los últimos años en un gran atractivo para los turistas. En la región selvática se concentran los sabores más exóticos, mientras que en la zona costera, la especialidad son los pescados y mariscos. En tanto que, en el área central de las sierras, son típicos el cuy, la patasca y la pachamanca. Cada una de las regiones de Perú tiene un sello que invita a recorrerlo y entregarse a una fisonomía simple y a la vez compleja de los sabores auténticos que envuelven y apasionan en cada uno de sus platos.
Para todos los gustos
Degustar un buen café, llevará a los turistas a conocer el acervo de los cafetales colombianos. En cambio, la brújula los guiará hacia el Norte, si lo que se busca es conocer en detalle la Ruta del Tequila, en México. Si la intención es tentarse con la gastronomía innovadora que no pierde el gusto por lo propio pero que a la vez incorpora cierta mixtura con toques de su área de influencia, los manjares daneses son una opción más que válida. Los productos naturales de Dinamarca como los lácteos, el pescado, las frutas y verduras se combinan con los aportes de las tradiciones del Sur de Europa.
Italia abre las puertas hacia la región Sur a partir de los caminos de la oliva. Toda una industria al servicio de la fabricación de aceite lleva a conocer las costumbres de sus ciudades meridionales. Sin embargo, todo el territorio con forma de bota tiene una fuerte impronta gastronómica donde los sabores conviven armónicamente ofreciendo una opción diferente y especial a los huéspedes. Desde las pastas, hasta el jamón de Parma, el pesto en Liguria, la mozzarella de búfala en Campania, son algunas de las especialidades que realizan su propia traza.
El vino, en Alemania, será un anfitrión para el descubrimiento de su cultura en trece regiones vitivinícolas que se esparcen en la zona limítrofe con Francia, por mencionar sólo un ejemplo. En España, la Ruta del Jamón Serrano, será otro de los secretos que quedarán al descubierto en Granada.
Sea cual fuere el lugar del mundo que se elija, todos los caminos conducen a un viaje exquisito. El tesoro que se esconde en cada plato típico, es una excursión que merece realizarse. El final del recorrido, será una mesa servida con la especialidad del lugar esperando satisfacer el apetito, y también la curiosidad. Se trata de llenar la panza de una riqueza cultural, que a la vez, deja el corazón bien contento.
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