El descubrimiento de la tumba de Tutankamón, uno de los hallazgos arqueológicos más famosos de Egipto, cumple 90 años este 2012, en medio de la supuesta maldición que cayó sobre los que profanaron su lugar de descanso y un lento avance en la investigación sobre la antigüa cultura egipcia.
“(La maldición) existe pero no es como todo el mundo la imagina. La verdadera maldición cayó sobre el propio Tutankamón y sobre su tumba”, asegura Jaromir Malek, quien dejó de ser el año pasado el responsable de conservar el archivo del Instituto Griffith, que forma parte de la Universidad de Oxford.
Malek interpreta la maldición preguntándose: “se supone que es el mayor descubrimiento en la historia de la egiptología; entonces, cómo explicas que de los 5,398 objetos que fueron encontrados en su interior solo una tercera parte haya sido estudiada y publicada hasta ahora”.
Entonces, la maldición real de Tutankamón es el desconocimiento que existe en torno a sus objetos funerarios.
Por ello, este egiptólogo retirado comenzó a digitalizar y a transcribir todos los diarios y fichas de trabajo del arqueólogo Howard Carter en 1997, quien encontró la tumba del faraón egipcio y durante años realizó mapas y diagramas del acomodo de los objetos con la tumba.
La meta de esto era subirlos a internet y ponerlos al alcance de arqueólogos, estudiantes y cualquier persona interesada.
“Creo que descubriremos que la gran contribución del hallazgo no está en ámbitos como el arte, la religión o la historia egipcia, sino en la tecnología, porque por fin podremos entender qué técnicas y materiales usaban los egipcios para hacer las cosas”.
Gran misterio
El experto en momias del Museo Británico, John H. Taylor, comparte con Malek la idea de que la maldición pudo haber caído sobre la figura del propio faraón. “Es muy extraño que el mayor descubrimiento que se haya realizado jamás en Egipto continúe sin ser estudiado”.
Taylor nos aclara que la importancia del hallazgo radica en que es el único ejemplo que hay de una tumba de un faraón del Imperio Nuevo casi intacta.
El experto aclara que, en la antigüedad, hubo dos robos que debieron realizarse poco tiempo después del entierro del joven faraón.
Los saqueos han sido, por años, uno de los grandes problemas de la arqueología moderna. La fascinación del mundo contemporáneo por los tesoros y la cultura del antiguo Egipto despertó a fines del siglo XVIII, a raíz de la llegada al país de las pirámides del militar y gobernante francés Napoleón Bonaparte y todo su ejército, en 1798.
Durante el siglo XIX, miles de europeos se lanzaron a la aventura de explorar las tierras del río Nilo, para volver cargados de féretros, momias y todo tipo de objetos adquiridos en un creciente y descontrolado mercado de antigüedades.
¿Cómo fue posible que la tumba de Tutankamón sobreviviera a la ambición de los saqueadores modernos?
Nicholas Reeves explica en su libro Todo Tutankamón. El Rey. La tumba. El tesoro real, que se debió al olvido al que el monarca fue condenado por sus sucesores, quienes dejaron su nombre fuera de las listas de los reyes de Egipto.
Por esa razón, en menos de un siglo de la muerte del joven faraón, la ubicación de la tumba se borró de la memoria por completo y la estructura se integró al paisaje del Valle de los Reyes.