Esta pseudorevolución no deja de sorprendernos cada día. Ahora resulta que protestar y exigir agua potable de calidad, para evitar que nuestros hijos se enfermen y se mueran es terrorismo. Hace algunos meses atrás, cuando la crisis de energía eléctrica hizo colapsar al país por los cuatro costados, el gobierno se defendió diciendo que todo se trataba de un acto terrorista.
Recuerdo que, incluso, metieron presos a un par de ingenieros de Corpoelec, a quienes acusaron de actos de sabotaje y de terrorismo. Al final, resultó ser que la autora de aquellos actos terroristas que dejaban a medio país sin energía eléctrica era una Iguana.
De los “terroristas de la luz” ahora pasamos a los “terroristas del agua”. Mañana quizás también veamos a los terroristas del transporte, a los terroristas de la basura, a los terroristas de la comida y a los terroristas del desempleo.
El Presidente de la República, Hugo Chávez, molesto por las denuncias que han sido difundidas a través de diversos medios de comunicación sobre la pésima calidad del agua potable que se consume en Venezuela, exhortó (en la Revolución, exhortar equivale a ordenar) a la Fiscal General de la República y a la Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia, para que actuaran contra aquellos a quienes denominó “terroristas del agua”.
Según la óptica muy particular de Hugo Chávez, el venezolano Carlos Ilich Ramírez Sánchez, alias “el chacal”, sentenciado y condenado a prisión por las autoridades francesas por haber asesinado a varios policías de ese país y por haber colocado artefactos explosivos en diversas partes del mundo, no es un terrorista. Para Chávez, Carlos es un venezolano ejemplar, digno de los más grandes elogios, un caballero merecedor de las más altas condecoraciones por su lucha anti imperialista al que se le brinda ayuda económica y jurídica para tratar de sacarlo de la cárcel.
Para Chávez los verdaderos terroristas son los que protestan en las calles de toda Venezuela porque en sus casas no hay agua potable. Según Chávez, Terrorismo no es secuestrar a un grupo de diplomáticos como lo hizo el Chacal, sino quienes se valen de los medios de comunicación para denunciar por ejemplo, que el agua que llega a las casas de Maturín, en el estado Monagas, está llegando con rastros de aceite y con fuerte olor a petróleo, como consecuencia del derrame ocurrido en el rio Guarapiche.
Para Chávez, los terroristas no son los miembros de las FARC, que desde hace cuarenta años están colocando bombas y explosivos en diversos puntos de la hermana república de Colombia, asesinando a personas inocentes, y secuestrando a decenas de miles de colombianos indefensos. Para Chávez, los terroristas son los periodistas como Delvalle Canelón, que utilizaron sus cámaras y sus micrófonos para que la gente de Maturín expresara sus molestias a través del canal de noticias Globovisión, exigiendo que se castigara a los culpables de haber mantenido a la capital de Monagas durante más de 40 días sin agua como consecuencia de la incompetencia y de la ineptitud.
Chávez llama “terroristas del agua” a decenas de miles de venezolanos que en Valencia y otras poblaciones del estado Carabobo protestan por la mala calidad del agua del Pao Cachinche. O a los que reclaman por la pésima calidad del agua potable que llega a centenares de miles de hogares en Caracas por la contaminación del embalse de La Mariposa. O a los que denuncian la contaminación de las aguas del Lago de Maracaibo.
Para Chávez, terroristas no son los miembros de Al Qaeda, responsables de los atentados contra las Torres Gemelas que dejaron más de dos mil muertos y desaparecidos. Para Chávez, terroristas son quienes exigen a Hidrocentro y a Hidrocapital que muestren los estudios científicos en los que se compruebe que el agua que estamos consumiendo es de buena calidad.
Para Chávez, terroristas no son los de la ETA, que han dejado miles de víctimas inocentes tras la colocación de centenares de artefactos explosivos en España. De hecho, uno de esos presuntos terroristas, el señor Cubillas, trabaja para el gobierno revolucionario de Hugo Chávez. Para el Presidente, terroristas son los medios de comunicación independientes, que ejercen un periodismo libre y de denuncia, advirtiendo al país sobre las graves consecuencias de tomar agua contaminada.
Mientras esta revolución llega a su fin, lo cual ocurrirá el 7 de octubre, recomiendo a los lectores que hiervan el agua antes de consumirla. No le crean al ministro del ambiente Alejandro Hitcher, quien juró que bebía agua del chorro. Vean las imágenes de los Consejos de Ministros que se transmiten por el canal ocho para que se convenzan: todos beben agua mineral en botellitas. Esta revolución tiene el agua al cuello. Y como dice el refrán: agua que no has de beber, déjala correr.
Por Gustavo Azócar Alcalá / @GustavoAzocarA