«Te conozco bacalao» por @juanapitz

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Amuay es ilegítimamente mi historia de un mareo incesante; unas náuseas producidas por la decepción, un callo ubicado recónditamente en mi amor por Venezuela. No podía escuchar “negligencia” y “falta de mantenimiento” una vez más; incluso empecé a creer que todo acto violento, explosivo o de altísimo decibel tenía que ver con Amuay. Me sentí tranquilo cuando me enteré, gracias a Gerardo, que el problema del gas en los alrededores de Las Mercedes nada tenía que ver con la refinería en llamas. O tal vez sí, no sé, cuestiones para preguntarle a Adriana Azzi. Lo cierto es que me escuché decir, en una de las múltiples conversaciones sobre las causas que produjeron ese boom petrolero (literal en su acepción), que no había necesidad de politizar la tragedia. Me equivoqué tajantemente.

Cuando líderes políticos, activistas juveniles y luchadores sociales se refieren a despolitizar temas de interés colectivo, considero que, más que equivocarse, utilizan de manera incorrecta el término. Todo lo que concierne al colectivo, todo lo que representa la lucha de aquellos que creen que merecen algo y no lo tienen, conlleva al conflicto; no visto de manera negativa, sino mas bien como la batalla constante de las ideas. Y eso, en esencia, es parte de la democracia.

De tal manera que no existe democracia sin politización. Politizar, en el correcto uso de este concepto, permite que la población se mantenga al tanto de todo; pendiente de los asuntos que le conciernen a todos los ciudadanos. Por el contrario, despolitizar es particularizar, cuestión que sólo concierne a un individuo o a un grupo minúsculo de la población.

Mantener despierta esa preocupación por lo que ocurre en Venezuela debe ser tarea de nuestros líderes; deben siempre buscar hacer de la corresponsabilidad casi una obligación. Ignorar estos temas no puede ser visto como un derecho. Claro está que cuando politizamos no podemos caer en el totalitarismo; politizar respetando siempre la condición individual y la voluntad de cada ciudadano; politizar creyendo, desde lo más profundo de nuestro corazón, en la reconstrucción de nuestra democracia.

La tragedia que vivió nuestro país por la explosión en el complejo refinador, sobre todo por los familiares de las víctimas y los habitantes afectados, tiene que ser politizado. No para armar falsas promesas en torno a intereses electorales, sino para conjugar esfuerzos en pro de soluciones efectivas. Amuay fue testigo de una pila nauseabunda de discursos electoreros que poco podían aportar a buscar insumos para los afectados o unir a los venezolanos en una sola causa. Politizamos no para dejar de investigar las causas que produjeron tan magno desastre, sino para cumplirle las vidas que se llevo y las que pretendía llevarse.

Bien sabido está que los falsos agentes politizadores, nunca darán la cara ante la incandescente verdad; les pesa la culpa porque saben que no quisieron hacer de las soluciones una cuestión de interés colectivo. Lo conocemos. Para ellos es cuestión de votos, devotos y votantes. Hector Lavoe, en una ilustrativa pieza nos lo recita: “Que muchacho tan incordio, que tipo mas agarrao… me tiene ya ta’cansao, te conozco bacalao”.

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Por: Juan Carlos Apitz  / @juanapitz

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