Un nuevo descubrimiento ha puesto de manifiesto que los lugares del cuerpo perfectos para las caricias son aquellos que tienen vello. Aunque abunda en las zonas genitales, también tenemos en otras zonas, como axilas o muslos. Así, acariciar las zonas públicas o las perineales puede llevar una mayor cantidad de sangre a los órganos sexuales.
Desafortunadamente, no todas las personas pueden disfrutar igual de ello, ya que si en las mujeres las caricias modifican su flujo de sangre, en muchos hombres el efecto es casi imperceptible, según acaban de concluir en la Universidad de Carolina del Norte.
Sin embargo, este sentido puede educarse, ya que también en hombres las caricias pueden tener un efecto implacable: ordenan al hipótalamo que libere una de las hormonas más interesantes de nuestro organismo, la oxitocina, con la que el cerebro reconoce el placer. También la expulsamos cuando escuchamos o comemos algo que nos gusta y tiene enormes beneficios para nuestra salud, ya que es parte de la curación de enfermedades mentales o depresión.
Aprender a acariciarse, además, ha sido la clave de varios sexólogos para terapias de pareja o para mejorar problemas sexuales. Saber deslizarse por la piel de otras personas puede abrir todo un mundo de posibilidades, ya que supone una exploración íntima y apasionada del cuerpo de alguien que amamos o por quien nos sentimos atraído y que también nos reporta la satisfacción de dar placer a otra persona.
Fuente: Revistamujeres.cl