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Antes de su muerte, Steve Jobs ya era una figura. Sin embargo, su fallecimiento le convirtió en una figura casi mística para los admiradores de los productos y diseños de Apple. El propio Ashton Kutcher cambió su imagen de perfil en Twitter el 5 de octubre de 2011 para homenajear a Jobs con una imagen que dio la vuelta al mundo.
Varios medios publicaron esta fotografía, que fue creada por Jonathan Mak, un estudiante de diseño de 20 años de Hong Kong. Después hubo cierta polémica, porque otro diseñador, Chris Thornley, había creado anteriormente una imagen muy parecida.
En cualquier caso, enseguida fue muy fácil encontrar todo tipo de productos con la primera de las fotografías: tazas, gorras, camisetas… Y, por supuesto, también con otras imágenes del directivo, que se había convertido en un negocio.
De hecho, el lanzamiento de la biografía oficial de Steve Jobs, que en un principio iba a salir a la venta en noviembre de 2011, fue adelantado unas semanas. Es más, su autor podría actualizarla.
Antes, Sony había adquirido los derechos sobre este libro (aunque se estrenará antes otra película protagonizada por el propio Kutcher). Discovery, por su parte, comenzó a preparar un documental con Adam Savage y Jamie Hyneman, presentadores de Mythbusters.
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Poco a poco fue aumentando la cantidad de merchandising disponible de Steve Jobs. En Etsy, por ejemplo, se pueden encontrar desde posters, cuadros o pulseras con algunas de sus frases más famosas a camisetas o tostadas con su imagen.
Y también se pueden adquirir lecturas más ligeras publicadas a gran escala, pues hay disponibles dos cómics que relatan la historia del cofundador de Apple (de Steve Wozniak, por cierto, es más difícil encontrar objetos).
Uno de ellos fue creado por una editorial especializada en historias de personajes famosos y salió al mercado en agosto de 2011, es decir, antes de la muerte de Jobs. El otro, aunque también fue concebido antes de su fallecimiento, llegó al mercado en enero de este año. En él se relata, de una forma bastante tópica y poco elaborada, la relación del directivo con el zen.