La selección española, con su renovada medalla de oro en el campeonato de Europa, se ha convertido ya en mito y leyenda del baloncesto continental al entrar en el reducido grupo de equipos que consiguieron dominar en dos citas consecutivas.
Hace dos años la selección consiguió, en Polonia 2009, inscribir su nombre entre el de los campeones, después de haber llegado hasta en seis ocasiones a la final (1935, 1973, 1983, 1999, 2003 y 2007) y haberse quedado con la miel en los labios. Ahora ha repetido título, algo de lo que solo podían presumir hasta ahora Lituania, URSS y Yugoslavia.
Pero además, el equipo español ha conseguido inscribir a dos jugadores entre el ‘quinteto ideal’ de estas dos citas. Hace dos años, Pau Gasol fue el ‘MVP’ (jugador más valioso) y Rudy Fernández figuró entre los cinco elegidos. Ahora, en Lituania, Juan Carlos Navarro ha sido el mejor, con Pau entre los cinco destacados del torneo.
Si a esto le unimos que en los últimos siete campeonatos de Europa, España ha estado presente en cinco finales, de las que ganó dos, y que de esas dos ‘ausencias’ una se saldó con la medalla de bronce y otra con un cuarto puesto, el balance es extraordinario..
También hay que unir a esta lista de éxitos el campeonato del Mundo de Japón en 2006 y la medalla de plata olímpica en Pekín 2008.
"Este equipo sabe lo que se hace. Sabemos ganar", sentenció Navarro poco después de colgarse la medalla de oro junto a sus compañeros y amigos.
La selección llegó a Lituania como gran favorita y pese a algunos partidos en los que no brilló especialmente, supo ir creciendo, ganando sus encuentros y cimentando el triunfo. Y cuando llegaron los momentos claves, llegó el equipo, el altruismo, el compañerismo, la amistad. Llegó la diferencia con el resto de selecciones. Dentro y fuera de la pista.
Una selección de amigos
En la cancha nadie duda en esforzarse para que otro, Pau, Navarro, Marc o quien sea se aproveche del trabajo del resto. Pero fuera de ella la amistad adquiere su total dimensión. Navarro no dudó un instante en ceder el honor de recoger el trofeo de campeones a su amigo Felipe Reyes, que haciendo de tripas corazón, se esforzó para ayudar al equipo cuando tres días antes del comienzo del campeonato falleció su padre. Reyes se emocionó tanto como sus compañeros. Unos amigos y unos grandes jugadores lo habían vuelto a conseguir.
"Este equipo se lo merece todo. Hemos hecho un trabajo increíble", dijo Navarro.
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