Seis claves para aprender a ser feliz

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Arrastrados por el discurso de la publicidad, el consumo y las redes sociales, queremos ser más felices. Y que se note. En esa carrera alocada, los académicos empiezan a tomar la felicidad como una nueva ciencia.

Seis claves para aprender a ser feliz

La mayor novedad: según un grupo de científicos, ahora también podemos aprender a ser felices. Uno de los ejes: cambiar hábitos y puntos de vista.

Entre los pioneros se encuentra el psicólogo israelí Tal Ben-Shahar, referente de la escuela de la Psicología Positiva y profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard. Ben-Shahar publicó libros sobre el tema y por el curso que dicta en Harvard pasaron más de 1.600 alumnos.

En uno de sus bestsellers, “La búsqueda de la felicidad”, dice: “El perfeccionismo es una especie de neurosis. Nos esforzamos día a día para alcanzar un imposible”.

La receta que da: reemplazar el perfeccionismo por el optimismo. “La gran diferencia entre perfeccionistas y optimistas reside en que los primeros niegan los fallos; los segundos los aceptan con humildad”.

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Según Ben-Shahar, aceptar la vida tal y como es “te liberará del miedo al fracaso”, porque “es precisamente la expectativa de ser perfectamente felices lo que nos hace serlo menos”.

En ese contexto, hay que aceptar momentos de cierto estrés o frustración. Y aprender de los tropiezos, sin dramatizar.

Entre muchos consejos, señala la práctica de deporte: 30 minutos de ejercicio liviano al día alcanzan para liberar endorfinas, neurotransmisores que mitigan el dolor y aumentan la percepción del placer.

En la Argentina, otros especialistas trabajan el tema. Desde la sociología, la consultora Marita Carballo publicó el libro “La felicidad de las naciones”.

Se basa en encuestas realizadas en todo el mundo. Allí surgen criterios comunes que llevan a la felicidad y que, según dice, podrían derivar en políticas educativas que ayuden a las personas a ser felices, así como a orientar las prioridades personales.

“Sosteniendo que el exceso de publicidad y la sobreoferta hace a la gente menos feliz con lo que tiene y aviva el deseo de tener más, algunos gobiernos plantean restricciones. En Suecia, se prohibió la publicidad para menores de 12 años”, cuenta Carballo.

Como en muchos países los encuestados asociaron momentos placenteros con las relaciones sociales, la socióloga dice que deberían desarrollarse más programas municipales “que aumenten los niveles confianza interpersonal” y convoquen a los vecinos a reunirse.

“La relación entre ingresos y felicidad es compleja. Alcanzado un nivel de ingreso medio, un aumento del ingreso no se traduce necesariamente en mayor felicidad”, dice. Parece ser importante tener un buen clima laboral y un empleo acorde con la vocación.

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El escritor Federico Fros Campelo, autor del libro “Ciencia de las emociones” e investigador en neurociencias, está convencido de que “se puede aprender a sentir bienestar, a partir de repetir procesos emocionales positivos y a esquivar procesos negativos, al fin y al cabo, estos procesos son producto de secuencias de pasos en el cerebro”.

Coloquial, Fros Campelo describe: “Los humanos venimos cableados con programas de fábrica, que se transforman en motivaciones. Un programa es la ‘búsqueda de autosuficiencia’ y nos ayuda a desarrollarnos. A eso se suma lo aprendido culturalmente. La sociedad en que vivimos, orientada al individualismo, alienta la ‘búsqueda de autosuficiencia’ por encima de otros mapas emocionales, como el de la empatía. Si en el ecualizador de tu personalidad la barrita de ‘autosuficiencia’ encandila a las demás, podés estar sufriendo una actividad disfuncional. Para ser felices, deberíamos conocer y armonizar esos programas que a veces tiran en direcciones contrarias”.

Como otro ejemplo, el escritor ubica la necesidad de “certidumbres y estabilidad” frente a otra necesidad fuerte, la de “novedades”.

Fuente: [clarin.com.ar]

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