Para nuestra salud tan importante como comer y beber es dormir. No siempre somos conscientes de lo importante de eso que llamamos, en honor a la verdad, sueño reparador. Que nuestro organismo descanse 8 horas cada día es fundamental, pero muchos apenas llegan a las 7 horas.
Como dice el doctor Juan José Zarranz, jefe de Neurología y catedrático del Hospital de Cruces de Bilbao, «hemos creado una sociedad enferma de sueño, una sociedad que se ha instalado en la privación de horas de descanso».
Hemos perdido dos horas de sueño diarias respecto a nuestros abuelos, que «se acostaban a las ocho de la tarde, se levantaban a las cuatro de la madrugada y no necesitaban pastillas para dormir», dice el doctor. Y es que nuestros abuelos vivían más próximos al ciclo de la luz natural al no contar con luz artificial ni tantas distracciones.
No solo tenemos luz artificial y distracciones, sino que España ha europeizado los horarios laborales, adelantando los horarios para levantarse, pero la hora media de acostarse se mantiene entre las doce y la una de la madrugada.
En palabras de Zarranz: «Hay hábitos de vida que van contra la lógica del sueño». Lo que debemos hacer, explica, es «escuchar a nuestro organismo y saber cuáles son sus necesidades de sueño».
Las alteraciones más visibles de la falta de sueño son la hipersomnia (adormecimiento o somnolencia diurna) y los accidentes, incluidos los catastróficos.
Mayores y jóvenes
Los problemas afectan a mayores y jóvenes. En este último caso, el trastorno se traslada al fin de semana. Según el experto, sus fines de semana «tan intensos» repercuten de manera directa en su rendimiento escolar. «No puedes robar horas de sueño al fin de semana y llegar el lunes, a las nueve de la mañana, para prestar atención a las matemáticas, lengua, historia o idiomas. Decae la concentración, y eso repercute en su expediente, sin duda», señala.
Con los mayores el problema es otro. A medida que avanza la edad, las personas mayores adelantan el horario de sueño, más o menos, a las ocho de la tarde. «A esa hora –cuenta Zarranz– se duermen en el sofá durante un par de horas y más tarde se acuestan. Eso provoca trastornos durante la noche. Se despiertan a las tres, a las cuatro de la mañana y se desvelan, con el consiguiente perjuicio para su descanso y para el de la gente que está a su cargo».
No valen las pastillas; hay que cambiar el estilo de vida. Según el médico, muchos llegan a la consulta diciendo que duermen mal y pidiendo una pastilla: «No tienen intención alguna de cambiar los hábitos de vida. Desde esta perspectiva, cabe hablar de una sociedad hipócrita en este campo».
Además de cambiar los hábitos de vida hay remedios naturales como la siesta de reparación –entre veinte minutos y media hora– en trabajadores con horarios partidos y que han tenido que madrugar. Según Zarranz «es una forma de equilibrar el tiempo de sueño y evitar que una persona se sostenga durante la tarde a base de cafés».