Los venezolanos estamos cansados de las excusas del Ejecutivo Nacional. Ahora, nuestro país tiene instituciones, procedimientos y leyes que han sido puestas en tensión por la irresponsabilidad de quienes no cumplen sus promesas y, en lugar de dedicarse a gobernar para resolver los problemas de nuestra gente, siguen intentado ocultar su ineficacia.
Yo formo parte de un liderazgo responsable, que cree en las nuevas formas de hacer política y que tiene la transparencia como un norte. Sabemos que la reciente interpretación constitucional que hizo el TSJ a propósito de la coyuntura política que ha generado la enfermedad del Presidente es una jugada más del centralismo, otra movida de piezas que se suma a las ocasiones en las cuales varias instituciones se han puesto al servicio de un partido político y no al servicio del pueblo.
No estamos de acuerdo con esa decisión, pero nuestra preocupación va más allá: esta interpretación es un paño caliente ante la presión de la opinión pública, con la que el TSJ ha venido a resolverle un problema al partido de gobierno, que está sumido en sus disputas por el poder. Y advertimos que será inevitable que el pueblo, y nosotros como sus líderes, exijamos respuestas verdaderas.
El respeto a las instituciones es una cosa, pero no confundamos esto que sucede con la Justicia. Un barniz de institucionalidad no normaliza la situación. Creer eso es subestimar la capacidad de entendimiento de nuestro pueblo, pues todos sabemos que ésta es la primera vez que no se juramenta a un Presidente y que la última vez que se supo del primer mandatario por sí mismo fue hace ya más de un mes.
El pueblo sabe que la situación que vivimos no es normal y que esta coyuntura extraordinaria no está siendo atendida como es debido. Las causas de esta parálisis nacional, cada vez más evidentes, parecen ser el miedo y los conflictos internos por el poder reinan puertas adentro de un partido político. Ocultarlo cada vez se les hace más difícil.
Mientras el TSJ evade el tema de la enfermedad del Presidente y se queda interpretando la Constitución a conveniencia del poder centralista, las preguntas son cada vez más constantes y alcanzan a más personas. Parece que alguien no quiere responsabilizarse de lo que debe hacer y entonces, simplemente, ha decidido obedecer.
El desorden gubernamental sigue sin decirle a los venezolanos quién gobierna, quién es el responsable de cumplir esa enorme lista de promesas que hizo el Presidente electo en la campaña del año pasado ni a quién reclamarle los otros catorce años de promesas incumplidas.
Al mismo tiempo, con la intención de distraernos, los cabecillas del PSUV traman matrices y maquinan ollas invocando la violencia y el enfrentamiento. Siempre manipulando. Siempre chantajeando. Siempre jugando con las esperanzas de nuestros hermanos. Pero en algún momento sus propias bases les harán saber que deben dejar de hacer política desde el miedo y el ocultamiento, porque si algo une al país entero hoy en día son las dudas y la desinformación.
Pero si algo hace la decisión del TSJ es acabar de una vez con las excusas que han puesto los personeros del Gobierno. El 7 de octubre se hicieron unas elecciones y el 10 de enero comenzó un nuevo período presidencial. Pues bien: dedíquense a gobernar y dejen de mantener al país paralizado y expectante. Deben hacerlo porque lo manda la Ley. Deben hacerlo porque los problemas de los venezolanos siguen intactos y sin ser atendidos. Deben hacerlo porque quienes votaron por el presidente electo siguen esperando que se les cumpla y nadie lo está haciendo.
La impresión que dejan es que lo que está enfermo es el aparato del Estado y por eso nadie quiere asumir sus responsabilidades de Ley, confirmando lo que se ha dicho en más de una ocasión: la separación de poderes en Venezuela es una ficción. Es el momento de que quienes ostentan cargos públicos asuman sus responsabilidades.
Cuando uno se pregunta quién gobierna en Venezuela, el Ejecutivo Nacional responde con el nombre de un ausente. El Presidente tiene el derecho de atender su enfermedad, pero los venezolanos no merecen que se paralicen el tiempo y las urgencias. Las familias venezolanas siguen esperando por las soluciones. Las luchas por el poder en el partido de gobierno no puede detener el tiempo. Venezuela necesita respuestas y la campaña del Presidente electo dejó bastantes promesas por cumplir.
El país que queremos se construye a partir de la institucionalidad y del trabajo. ¡Se les acabaron las excusas! Lo que es importante para nuestro pueblo es lo que debe ser importante para nuestro Gobierno, y ésa es una verdad que no permitiremos que los miembros del Ejecutivo Nacional olviden. Mi vida está puesta en eso.
¡Que se vayan olvidando de la idea de enfrentar a nuestro pueblo! Nuestra lucha es otra y es lo que nos diferencia del gobierno: nuestra forma de hacer política no se basa ni en la confrontación ni en moldear las leyes y las instituciones a conveniencia. No les haremos el juego de llamar al pueblo a irse a las calles a una confrontación que beneficia a violentos y radicales.
¡Soy yo quien va a seguir en la calle y de la mano de la gente! Somos los líderes de los millones de venezolanos que quieren y merecen un país mejor quienes vamos a hacerle frente a aquellos que creen estar detrás de las excusas y por encima de la Ley. Y si la ineficacia o la desarticulación de su partido les impiden trabajar, entonces ríndale cuentas al pueblo y dejen que quienes queremos trabajar por el país sigamos avanzando hacia un futuro mejor.
Dios bendiga a Venezuela. ¡Sigamos adelante!
Henrique Capriles Radonski