A menos que alguien sea hipocondríaco, dudo que cualquiera en su sano juicio quiera enfermarse. Eso de sufrir cualquier dolencia es muy desagradable, así como la ingesta de medicamentos y hacerse cualquier tipo de tratamiento.
Pero es que hay otras realidades que asustan más que enfermarse, y es tener sufrir las penurias de asistir a las consultas de los muy respetables galenos o peor aún, tener que ir a una sala de emergencia en horas de la madrugada, horas en las que el tráfico no nos afecta, pero puede afectarnos algo mucho más terrible, que es el hampa desatada las 24 horas del día, pero que en la madrugada suele desbordarse para moverse en la oscuridad de las calles y autopistas sin luz, desiertas porque la gente hace rato que se encerró en sus casas por el temor y porque además, así los delincuentes trabajan más frescos pues, miren que es un trabajo duro. De todas maneras no me hagan mucho caso con el tema del hampa, porque yo me estoy enterando que eso no es cierto, así es, resulta que era error de nuestra percepción de la delincuencia y la violencia, en resumen, podemos volver con el tema de las enfermedades, porque al parecer estamos enfermos de la mente o, coloquialmente hablando, un poco locos.
Así que ya nuestra salud – por lo menos mental – según algunos, ya no está bien aunque creíamos lo contrario. Y entonces, ¿será que vamos a los médicos?, ¿pero a cuáles?, ¿a una clínica que infortunadamente cada vez se asemeja más a un hospital o, a un hospital que cada día se parece más a una morgue???
Es que resulta, que las clínicas están colapsadas con gente de todos los estratos sociales – porque eso de que las clínicas son para los ricos es mentira – que han tenido que migrar buscando mejores sistemas de salud, de gente que ha tenido que hacer esfuerzos titánicos para adquirir pólizas de seguros e incluso, de personas simpatizantes al gobierno de turno o empleados públicos a los que se les ha otorgado pólizas de seguros para que puedan asistir a clínicas privadas y no pasen las penurias de los muy lamentablemente acabados, ulcerados, destrozados y enfermos hospitales, que hicieron metástasis ya hace tiempo, que parecen más a un leproso que nadie se les quiere acercar, que a un centro de atención médica digno. Ni hablar de los centros de diagnóstico que cuentan con galenos importados del régimen castro-comunista, que no se han actualizado desde que cayó la otrora Unión Soviética, quienes generalmente recetan aspirina cualquiera sea el síntoma o en el peor de los casos, han huido a otras latitudes en la búsqueda de la libertad.
Muy afortunadamente los hospitales aun cuentan con personal médico altamente calificado, oriundo de nuestra tierra, del que me siento muy orgulloso por el solo hecho de que día a día asistan a trabajar en dichos centros, sin insumos que utilizar, sin salarios que cobrar y con muchos enfermos que curar. Son personas que luchan porque desean que salgamos adelante como sociedad y como país valioso. Por eso, cuentan con mi humilde apoyo y espero que con el de muchos más, porque unidos y con ganas de hacer las cosas bien, es que podremos florecer.
ENRIQUE J. MUNDARAIN EGUI
@emundara