¿Vives para trabajar o trabajas para vivir? Éste es el dilema de millones de personas que carecen de un equilibrio entre su desarrollo profesional y personal, situación que los enferma de estrés, depresión, crisis de pareja o familia, hasta llegar al aislamiento social.
Los estudios más recientes advierten que 80% enfrenta tal problema, cuyas consecuencias desmotivan a los empleados, bajan la productividad y hacen sentir ansiedad, tristeza, infelicidad y falta de prosperidad.
Lo malo es que por la dinámica de trabajo, los largos trayectos de su casa a la oficina –de dos horas o más– y las necesidades económicas, muchos prefieren no ver la realidad, aunque después acudan al médico con gastritis, colitis, dolores de espalda, dermatitis u otro malestar.
Existen estudios que advierten que cuando las personas laboran en una compañía a la que no le interesa implementar acciones para tener dicho balance, el deseo de huir de ese lugar crece hasta 4.7 veces.
Por el contrario, cuando hay satisfacción laboral y personal, su productividad aumenta 21% y el ausentismo se reduce 20%, refiere Nuria Chinchilla, fundadora y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia del Iese Business School.
Si necesitas ayuda, no tengas miedo a pedirla. Puede ser desde una conversación con alguien de confianza como un amigo hasta tomar un taller de coaching, meditación, reiki o yoga e, incluso, visitar al sicólogo. Haz cosas que te hagan feliz.