Además de las últimas novedades en fármacos y terapias, en el Congreso de la Sociedad Europea para el Estudio del Ritmo Cardiaco, que se ha celebrado recientemente en Atenas, también se han presentado casos diagnósticos curiosos, experiencias que no recogen los manuales de medicina.
Dos de ellas tienen que ver con la comida y subrayan hasta qué punto es importante para los profesionales sanitarios «tener en cuenta todos los detalles, incluida la dieta, cuando vean a un paciente con una arritmia inexplicable», tal y como ha remarcado Andreas Goette, responsable del programa científico de la reunión.
Firmada por Naima Zarqane y Nadir Saoudi, del Hospital Princesa Gracia de Mónaco, la primera de estas presentaciones relata el caso de una mujer de 31 años que llegó al centro sanitario después de sufrir un síncope.
Tras una primera evaluación, los médicos descartaron problemas digestivos, metabólicos o cualquier alteración de tipo hormonal. Incluso preguntaron por una posible historia familiar de muerte súbita, que también desestimaron. No dejaban de darle vueltas al asunto cuando llegaron los resultados de una completa batería de análisis y mostraron que sus niveles de potasio eran significativamente bajos. Un electrocardiograma posterior también puso de manifiesto que existían problemas con el ritmo de su corazón.
Indagando sobre las causas que podían estar detrás del problema, Zarqane y Saoudi descubrieron, sorprendidos que, desde los 15 años, la mujer sólo bebía refrescos de cola. Había eliminado el agua de su dieta y, cada vez que tenía sed, consumía la bebida carbonatada.
Según explicaron en el Congreso de Cardiología, en cuanto explicaron a la joven los riesgos de su práctica, el problema cesó. De hecho, sus niveles de potasio pasaron a ser normales en el plazo de una semana y el electrocardiograma mostró un funcionamiento normal del corazón en la revisión a la que se sometió un mes después de la primera hospitalización.
Un repaso a la literatura médica puso a Zarqane y Saoudi tras la pista de otros seis casos similares en los que un consumo excesivo de refrescos de cola había provocado arritmias e incluso una muerte relacionada con una fibrilación ventricular.
Aunque no han podido determinar los mecanismos que explican esta relación, sugieren que, entre otros factores, como la alta concentración de azúcares, la cafeína en altas dosis podría haber interferido con los niveles de potasio y, consecuentemente, esto habría tenido un efecto en el ritmo cardiaco.
José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, reconoce que en los últimos años se han notificado casos aislados similares al que relatan Zarqane y Saoudi, aunque subraya que para sacar conclusiones científicas al respecto serían necesarios estudios prospectivos serios a largo plazo.
«Un caso no hace casuística», remarca. Y añade: «Como todo en la vida, los excesos en este sentido tampoco son buenos. Pero tomar cantidades de cafeína con moderación no comporta ningún riesgo».
Según han adelantado, los cardiólogos del Hospital de Mónaco están diseñando un estudio en el que intentarán averiguar si existen diferencias apreciables entre los niveles de potasio en sangre que presentan las personas que consumen grandes cantidades de refrescos de cola y quienes no toman este tipo de bebidas.
Un veneno en la miel
El otro caso llamativo fue presentado por Ugur Turk, del Hospital Central de Izmir (Turquía), que atendió a un padre y a un hijo que llegaron a Urgencias con mareos y náuseas. Un electrocardiograma mostró que su corazón tampoco estaba funcionando bien.
Al repasar sus rutinas de los últimos días, Turk reparó en que en ambos habían desayunado miel durante la semana y, tras preguntar por el origen del producto, cayó en que podía estar ante dos casos de un curioso envenenamiento.
En la zona del Mar Negro, abunda un tipo de plantas -un subgénero de angiospermas denominado ‘Rhododendron ponticum’- cuyo néctar posee una toxina capaz de producir bradicardias e hipotensión, entre otros problemas, si llega al organismo.
La miel que producen las abejas de la zona puede llegar a ser, por tanto, tóxica y su consumo provoca síntomas que van desde los mareos y la debilidad a los síncopes y taquicardias. No hay antídoto, pero puede tratarse fácilmente, siempre que se tenga en cuenta su existencia, ha señalado Turk.
«La diseminación de miel por todo el mundo hace que cualquier profesional deba estar alerta de este tipo de envenenamiento» si llega a su consulta un paciente con problemas cardiacos de origen inexplicable, ha señalado Turk.
Fuente: EA