“Sé rápido como el trueno que retumba antes de que hayas podido taparte los oídos”-Sun Tzu-. En los días que vivimos con sabor amargo pero también con esperanza de haber ganado espacios, nos toca aplicar esa máxima de El Arte de la Guerra. Y aunque no promovemos en ninguna de sus acepciones esta palabra tan irreal en nuestros tiempos, estamos en la capacidad de reconocer que tenemos un reto por delante. Tenemos en nuestras conciencias individuales y colectivas un adversario que vive con nosotros y se sienta a la mesa. No me atrevo -ni es la idea- darle un nombre, aún tenemos la libertad de llamarlo como mejor nos parezca. Su debilidad deja ver que no tiene nombre único, sino que más bien depende de a quien le afecte la vida normal que lleve. Ahora nos toca ser rápidos como el trueno. A todos quienes nos expresamos democráticamente en contra de la forma en la cual se llevan los destinos de un país rico –la más popular de todas las maneras de hablar de Venezuela- nos ha hecho ser ciudadanos pobres. Para ser rápidos, es necesario primero tener claro el objetivo, el cual seguiremos intentando una y otra vez de conquistar siempre de la mano de la democracia y de sus mecanismos de participación ciudadana. Momento este, que nos ha permitido a muchos despertar de ese letargo de “no me interesa la política” o simplemente “este país no va a cambiar nunca”, no, ahora eso ya no es así. La enorme participación de los venezolanos en las elecciones presidenciales del 07 de octubre dejo desnuda esa perversa mentira de que a nosotros no nos interesa el país. Ahora nos preparamos para unas elecciones regionales, esas que nos subieron la moral y el ánimo en el 2008 cuando un Henrique Capriles le gano al candidato oficialista y uno de los hombres más poderosos del régimen. Eso por poner el ejemplo de Capriles, pero las victorias sin desmeritar ninguna fueron contundentes y tenemos hoy luego de 4 años gestiones exitosas con obras y un liderazgo importante. Ese trabajo en los estados es quizás lo más cercano que hemos podido tener a la descentralización que tanto ha costado en el país, el cual tiene sus columnas constitucionales en nuestra carta magna, la misma que este gobierno y este Presidente quisieron que aprobara el pueblo en un proceso constituyente. A estas alturas del partido –como decimos en criollo- somos ciudadanos que eligen a sus gobernantes locales, ¿recuerdan que antes de 1989 no era así? Si, en realidad nuestra historia democrática ha ido también rápida como el trueno, tan así, que han pasado 14 años y muchos no se han dado cuenta. Llevemos el mensaje, el poder regional es el más cercano al ciudadano y el vivir en un estado prospero genera progreso, además de que promueve la participación, y nos ayuda a valorarnos como sociedad organizada que tiene la posibilidad de tener acceso directo a los elegidos por la soberanía popular. Perder esa oportunidad sería imperdonable, no por nosotros, sino por los que vienen, esos que en algún momento de la historia éramos los que estamos aquí ahora. Ser rápidos como el trueno significa darnos una apuradita, eso sin perder el norte en ser eficaces, eso que trata de promover el gobierno nacional pero que les va a costar un mundo entender, por aquel refrán que dice “loro viejo no aprende a hablar” algo más o menos así.
Por Maggi de los Ángeles Di Lena García / @Maggidilena