¿Realmente llegó el cambio a Panamá con el nuevo presidente electo?

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Cuando el presidente electo de Panamá, Juan Carlos Varela, se proclamó vencedor en las pasadas elecciones generales, con el 39 por ciento de los votos frente al candidato oficialista José Domingo Arias, aseguró que su Gobierno dejaría de trabajar como un negocio, para volver a servir al bien común del pueblo panameño, que pese a contar con una de las economías de más rápido desarrollo en Latinoamérica, sus gobernantes han sido incapaces de reducir la pobreza y la fuerte desigualdad social que existe.

varela y martinelli

El último lustro en Panamá ha supuesto una importante regresión en materia económica y social para sus ciudadanos. El presidente saliente, Ricardo Martinelli, ha sido acusado en incontables ocasiones de manejar el país a su antojo, como si se tratara de una de sus numerosas fincas, ahondado aún más en la precaria coyuntura de un país que desde los años 80 arrastra las malas artes de su clase política, así como las distintas injerencias internacionales, siendo la invasión militar de Estados Unidos para derrocar a su títere Manuel Antonio Noriega, en 1989, el ejemplo más notorio.

El presidente-empresario, como se conoce a Martinelli, ha gobernado, según sus detractores, al margen de la Constitución, como demuestra el hecho de haber destituido de forma irregular a quienes ocupaban cargos de responsabilidad en las instituciones del Estado para colocar en esos lugares de mando a socios y empleados de sus diferentes empresas.

La relación con sus vecinos latinoamericanos no ha estado exenta de polémica. Una gran parte de la región ve a Panamá como un subordinado de Washington y sus intereses, en especial por su distanciamiento de las economías emergentes de un continente, que en los últimos años ha llevado a cabo una política de hermanamiento entre todas las naciones que la forman, más allá de sus ideologías políticas.

El hecho de que fuera el único país sudamericano y caribeño de la Organización de Estados Americanos (OEA) en no condenar oficialmente la violencia de la oposición en Venezuela, distanció aún más a Martinelli de sus vecinos regionales. Ahora, se marcha del Gobierno dejando una abultada deuda exterior, que ha pasado en cinco años de 16.000 a 27.000 millones de dólares, y con la vista puesta en Italia, donde la Justicia le reclama por un caso de corrupción cometido durante su administración (2009-2014).

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Martinelli ha abandonado el poder dejando una deuda social importante, una deflación galopante y salpicado por numerosos casos de corrupción. Si bien el año pasado su economía creció un 8,4 por ciento, lo cierto es que esa riqueza sigue en las mismas manos de siempre, las de las élites oligarcas, pues casi la mitad de los cuatro millones de habitantes que viven en el país no disponen de agua potable, mientras que un 28 por ciento malvive en la miseria.

VARELA, ¿MÁS DE LO MISMO?

«Seré uno más de ustedes. Encabezaré un Gobierno humano con sello social, y el que quiera hacer negocios que recoja sus cosas y se vaya al sector privado». Esas fueron las palabras de Varela una vez supo que dirigiría los designios de Panamá, al menos, durante los próximos cinco años.

No obstante, echando la vista atrás, y repasando sus antecedentes políticos y personales, parecen compresibles las dudas que su gestión puede levantar, a algo más de un mes para que se inicie de manera oficial, el 1 de julio. Varela anunció que los negocios particulares bajo el auspicio de las instituciones del Estado tenían sus días contados, pero ¿Solo los de Martinelli y su casta?.

Vicepresidente (2009-2014) y ministro del Exterior (2009-2011) durante la actual y finiquitada administración, con motivo de la coalición que el Partido Panameñista mantenía con el Partido Cambio Democrático, acabó siendo expulsado del Gobierno, después de que Martinelli rectificará su postura de postular a Varela como el candidato oficialista.

Su presencia en el anterior Gobierno levanta comprensibles dudas acerca del cumplimiento de esas promesas que rápidamente se atrevió a lanzar cuando le certificaron su triunfo en los pasados comicios presidenciales. Es más, durante su labor en el equipo de Gobierno de Martinelli fue acusado de «vender Panamá» a las empresas y potencias extranjeras, tal y como han recordado algunos medios locales.

Si bien el Partido Panameñista cuenta con una retórica un tanto más social, su programa electoral no distaba mucho del presentado por el resto de contendientes de la derecha que se presentaron a las elecciones, el del oficialista Cambio Democrático incluido. Ambos representan a las oligarquías panameñas, las únicas beneficiadas por las políticas neoliberales y de privatización de los recursos naturales y de los bienes públicos que se han acometido en el país en las últimas dos décadas.

No obstante, Varela, vinculado al sector de la industria del alcohol panameño, apela a su discurso social y al hecho, dijo, de haber sido apartado del Gobierno por luchar contra la corrupción, al tiempo que recuerda los logros más notorios que consiguió durante su estancia en el último Gobierno, el pago de un subsidio a los mayores de 70 años que no dispongan de jubilación y la ampliación de becas para el estudio en las escuelas públicas.

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[Fuente: EP]

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