«Razones de la victoria oficialista el 7-O» por @EnriqueVasquez

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30042010392Cuando se pierde una elección presidencial en la que, por sus antecedentes y significado, se había puesto toda la fe, esperanza y deseos de ganar que puede albergar un corazón humano; la reacción en la que más fácilmente encontramos refugio es la denuncia sistemática de que “hubo fraude” (sobre todo a través de las redes sociales, capaces de amplificar vorazmente el mensaje).

Resulta cómodo, por no decir “bien sabroso”, enarbolar la bandera de esa hipotética confabulación del CNE contra los intereses de la oposición, desde la comodidad del hogar o el automóvil; donde tomamos entre nuestros pulgares los artilugios tecnológicos que nos conectan al Twitter y argumentamos cualquier cantidad de razones (algunas más lógicas que otras) para darle fuerza a nuestra percepción de un #FraudeEnVenezuela

Peor es, con el perdón de quienes están es su legítimo derecho de creer que es una manera válida y útil de construir una oposición seria; aprovechar la seguridad que ofrece la plaza Altamira para levantar pancartas y vociferar consignas, asegurando que hubo un maquiavélico plan orquestado desde Cuba para hacer que Chávez ganara las elecciones (y creer además que el tema de la paz planetaria es la única cosa incoherente por estos días).

La verdad, desde la humilde opinión personal de quién escribe, es que no hubo tal fraude. Mi posición siempre fue muy clara y me enorgullece querer un cambio para mi país. Sin embargo está a la vista (dados los resultados, aceptados además por Henrique Capriles Radonski) que los simpatizantes de la propuesta socialista del presidente Hugo Chávez nos superan numéricamente y Oscar Shemel tenía razón: Hay una conexión mágico-religiosa entre el pueblo y Chávez; una suerte de amor que trasciende cualquier tipo de interpretación objetiva y que no es producto de la ignorancia como muchos dicen, porque los sentimientos y las emociones están totalmente alejadas del raciocinio. Nadie deja de amar porque lo desee. Los seres humanos somos “animales emocionales”.

Imagine por un momento que usted es una persona muy humilde (de esas que con tanta facilidad hemos juzgado en las últimas horas), y que por su condición socioeconómica no tiene acceso a Internet o televisión por cable y su única conexión con el mundo más allá de su comunidad es VTV, TVES, Venevisión, algún tabloide sensacionalista donde jamás encontrará un análisis económico o un teléfono “vergatario” que casi nunca tiene saldo. ¿Lo logra visualizar?

Agregue a este escenario el hecho de que usted debe levantarse todos los días a las 4:00 de la mañana para, luego de una travesía de autobuses abarrotados e insuficientes, llegar temprano a ese trabajo explotador y mal pagado con el que mantiene a su familia.

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Ahora, piense en esto: Desde hace muchos años esa persona, ese ser mítico, ese “dios” llamado Chávez (o “El Comandante”) le ha hecho sentir que vive por y para usted, que es uno más de los suyos, que su misión en el mundo es defenderlo y darle poder, que (como el mismísimo Jesucristo) padeció muchas cosas en nombre del pueblo aquel abril de 2002 y volvió, gracias a al amor que siente por usted.

Luego, durante el paro petrolero y junto a la Fuerza Armada Bolivariana, se plantó firme ante esos capitalistas que pararon el país y no le dejaban a usted conseguir comida, ni cerveza, ni whisky para diciembre. Peor aún, lo dejaron sin beisbol tratando de salir de él, del mesías que vino a Venezuela a salvarlo, el mismo que creó Mercal, Barrio Adentro, PDVAL, ese que le hace llegar su dinerito todos los meses para que pueda completar para las compras de su familia (o para beber con los amigos el fin de semana mientras hace un sancocho y juega dominó).

Lo que ocurrió el domingo 07 de octubre me recuerda la historia de aquella señora que vivía por el sector rural en el que transcurrió mi infancia; que después de muchos años sintiendo que nadie la tomaba en cuenta, consiguió un hombre que le “montó un rancho” y la hizo sentir amada. A pesar de que con el paso de los años las peleas se hicieron frecuentes y creo que hasta golpes hubo en alguna oportunidad, ella atesoraba tantos los breves momentos románticos que jamás se atrevió a dejarlo (además tampoco quería quedarse sola).

Por una vuelta del destino, esta señora conoció un día a un jovencito, flaco él, buenmozo, muy educado, amoroso y de buena posición económica, que le ofreció una casa mejor, le prometió más amor del que tenía y hasta se puso la mano en el corazón el día que le aseguró que nunca le pegaría ni la trataría mal, haciéndola sentir como la reina que era.

Por supuesto el marido se enteró y lo primero que le dijo fue: “¿Y tú eres tan inocente para creer que el sifrinito ese te va a querer de verdad?, ¿te vas a dejar engañar por el olorcito a perfume caro? Después que él consiga lo que quiere de ti, lo verás marcharse a disfrutar su dinero con sus amiguitas “explotadas” y millonarias como él. Es obvio que miente. En cambio yo sí te he demostrado que, a pesar de mis errores, mi amor es sincero y jamás haría lo que él está intentando hacer: usarte para después olvidarse de ti”.

Al final de cuentas, nuestros compatriotas de las zonas populares sintieron que “El Comandante” tenía razón y terminaron apoyándolo aunque hubiese alguna empatía por Capriles. Hay que ponerse en el lugar de los demás y entender que no sólo la educación formal o la cultura general influyen, sino que situaciones y circunstancias muy específicas pueden determinar nuestro proceder. Nadie tiene el derecho de juzgar a nadie y, aunque no compartamos las razones por las que la mayoría de los venezolanos prefiere seguir este camino, lo cierto es que nada cambiará en el futuro mientras no entendamos que no somos dueños de la verdad y no pongamos en práctica aquellas palabras de Benito Juárez que traducían la paz como el respeto al derecho ajeno.

Dicen que “más vale malo conocido que puedo por conocer”, lo que evidencia el miedo a lo desconocido y la resistencia al cambio que tiene todo ser humano. No hay que ofender ni menospreciar a esas ocho millones de almas que votaron por el presidente Chávez. Quizás muchos de ellos tuvieron miedo de perder lo poco que han conseguido, de que fueran ciertas las advertencias que escucharon en voz de amigos y en la programación del Sistema Nacional de Medios Públicos, a lo mejor albergaron un susto palpitante en sus almas de que Capriles fuera de verdad un lobo vestido de oveja y que en el fondo fuese igual a todos los que siempre les han dicho “niches, negros, marginales, basuras, chaburros, ignorantes, animales o monos”, (como lamentablemente se han referido a ellos la mayoría de las bases opositoras durante más de una década).

Henrique hizo una campaña de altura, la mejor que ha vivido Venezuela en muchos años. La gran falla fue la desconfianza que sienten los oficialistas respecto a lo que él les ofreció y no hay que condenarlos por eso. Es normal pensar que si algo es demasiado bueno para ser verdad, es porque hay una trampa. Lamentablemente muchos venezolanos no están acostumbrados a servicios públicos de calidad, con un gobierno que de verdad trabaje por mejorar la calidad de vida, y es lógico que crean que eso es más que imposible. Luego de estar toda la vida en esa situación, podrían considerar que su lugar en la tierra es ese ambiente de miseria extrema, anarquía, violencia, inseguridad e incomodidades, porque “los ricos están completos” y hace rato que perdieron la esperanza y deseos de superación.

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A pesar de haber perdido las elecciones, la oposición venezolana ganó mucho. La alternativa democrática pasó de un 35% en 2006 a un 44% en 2012. Son casi 10 puntos. Quiere decir que, haciendo las cosas bien, en 2018 se pueden ganar las elecciones pero el trabajo hay que comenzarlo desde ya.

La primera parte ya está hecha. Se consolidó la unión en los factores que adversan al gobierno. La Mesa de la Unidad está más fuerte y sólida que nunca. Ahora el reto son las elecciones de gobernadores y alcaldes y es importante que todos salgan a votar por más desmoralizados y tristes que se sientan en este momento. Muchos de los que votaron por Chávez no votarán por los candidatos oficialistas, pues su conexión “mágico-religiosa” es única y exclusivamente con “El Comandante”. A la hora de comicios regionales, municipales o legislativos prefieren a alguien pragmático, a una persona que resuelva sus problemas. Sí, es difícil comprenderlo pero así es Venezuela, el territorio de lo posible.

Por otro lado, quienes pensaban que Radonski ganaría porque la oposición logró posicionar varios hashtags en los primeros lugares de las tendencias mundiales de Twitter en diversas oportunidades, deben recordar que de los más de 29 millones de habitantes en Venezuela sólo el 41% utiliza internet, es decir que hay más de 17 millones de personas en este país que no expresan sus opiniones online, dicho de otro modo: No importa lo que ocurra en internet, a nivel macro, la realidad puede ser muy distinta.

El próximo reto de Capriles debería ser seguir recorriendo el país, hacer como hizo Chávez luego de salir de la cárcel, casa por casa, pueblo por pueblo (sí, de nuevo) con calma, para ganarse el corazón de esas millones de personas que dentro de seis años estarán convencidas de que pueden estar mejor y que la revolución, es involución.

Enrique Vásquez

@EnriqueVasquez

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