Querer tener niños perfectos aumenta el riesgo de desórdenes obsesivo-compulsivos

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La obsesión por hacer las cosas perfectas no es privativa de los adultos. El perfeccionismo también es un rasgo psicológico de los niños. En todo caso, hablamos de un fenómeno poco estudiado.
Una definición ampliamente aceptada lo define como un conjunto de creencias muy exigentes acerca de lo que las personas consideran que deben llegar a ser. Estos pensamientos son absolutistas, rígidos e irracionales.

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Como explica Consumer, al niño perfeccionista le resulta fácil caer en la frustración, que le puede causar intensos y dolorosos sentimientos de culpa y de fracaso. Además, suelen tener una baja autoestima y una necesidad imperiosa de sentirse queridos.
Algunos de los comportamientos más habituales de los niños perfeccionistas son: ansiedad por llegar a tiempo a la escuela, excesiva seriedad y corrección para su edad en el trato con los demás, se enfadan de forma excesiva cuando juegan o pintan y cometen un error, entre otros.
Pero la exigencia con uno mismo puede ser sana o no. Es decir, hay niños perfeccionistas sanos (se proponen metas elevadas, pero razonables) y los que podríamos llamar insanos (la rabia por no cumplir sus expectativas les hace hostiles y extremadamente críticos).

Cómo distinguir al perfeccionista "insano"

  • Ira
    Un criterio que ayuda a saber si un niño puede ser perfeccionista en exceso es analizar si siente rabia al hacer muy bien (pero no de forma perfecta) una tarea.
  • Inseguridad
    Tienen tanto miedo a equivocarse, que prefieren hacer lo que controlan antes que intentar actividades nuevas. Por eso, repiten de forma constante las actividades que dominan. Así, se sienten seguros.
  • Ansiedad
    Intentan hacer todo de un modo perfecto, un aspecto que les genera una importante ansiedad.
  • La opinión de los otros
    Están muy preocupados por las opiniones que los demás tienen de ellos, sobre todo, los progenitores, los compañeros de clase y los profesores.
  • Autocríticos en exceso
    Son muy críticos con ellos mismos y, a pesar de que obtengan un excelente resultado académico, siempre piensan que lo podrían haber hecho mejor.

Se puede ayudar al niño perfeccionista

La mayoría de los especialistas coinciden en que este perfecconismo está directamente relacionado con una baja autoestima y una necesidad apremiante de sentirse querido. Pero podemos ayudarles:

  • Hay que animarlos aunque no hayan logrado el resultado que deseaban en la actividad que fuera.
  • Cuando tengan una rabieta porque no han hecho de forma perfecta una tarea han de darse cuenta de que el adulto entiende su sufrimiento.
  • Conviene transmitirles la idea de que no es necesario que se enfaden tanto.
  • Cuando están tranquilos, justo después de la rabieta o el disgusto, es cuando toca explicarles que no hay por qué aspirar al perfeccionismo.

[Fuente]

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