Ahora se sabe que la disfunción eréctil no es una condición únicamente relacionada a problemas sexuales o psicológicos, sino que puede ser la alerta temprana de la existencia de importantes enfermedades cardiovasculares que, más allá de poner en riesgo la relación de pareja, pueden cobrar la vida. De hecho, 50% de los venezolanos mueren después de los 45 años por enfermedad cardiovascular. También se conoce que esta condición que afecta especialmente a hombres mayores de 40 años, es totalmente tratable de forma interdisciplinaria, es decir, involucrando diversas especialidades médicas.
¿Qué es?
La disfunción eréctil se define como la dificultad de lograr y mantener una erección el tiempo suficiente para lograr una relación sexual satisfactoria.
Freddy Febres Balestrini, endocrino y director del Instituto de Prevención Cardiometabólica (Ipcam), comenta que la presencia de la condición aumenta con la edad y que en hombres de entre 30 y 50 años, el riesgo cardiovascular es más alto. “La disfunción puede ser la expresión temprana de una enfermedad cardiovascular”, expresa.
La erección del pene es una función mecánica, provocada por la irrigación de sangre a las arterias del pene, que miden de 1 a 2 milímetros. Siendo mucho más angostas que las arterias coronarias (las cuales miden de 2 a 3 mm), es lógico que se obstruyan primero si la persona tiene algún tipo de enfermedad cardiovascular latente.
Febres refiere también estudios realizados en Barcelona, España, y Milán, Italia, que concluyeron que más de 70% de los pacientes infartados tuvieron alguna forma de disfunción cuatro años antes. La arterosclerosis es la enfermedad máster, comenta el especialista, la cual puede durar entre 20 y 30 años en formarse.
“De allí que cuando se produce la disfunción es un momento muy valioso para hacer un estudio a fondo que incluya una evaluación cardiológica completa, que va desde la función cardiovascular con ecocardiografía, doppler arterial, evaluación psicológica, detección de placas de ateroma en las arterias y se termina con una prueba de esfuerzo que nos indica si hay dolor y tolerancia al ejercicio, pues la relación sexual es considerada como una actividad física intensa”, explica el especialista.
Al paciente se le aplica también un cuestionario internacional de cinco preguntas que ayuda a determinar el grado de la disfunción, ya que mientras más grave es esta, mayor es el riesgo cardiovascular. Las preguntas son: ¿con qué frecuencia logró una erección en los últimos seis meses? Cuando tuvo relaciones sexuales, ¿la irrigación fue suficiente para mantener la erección? ¿Con qué frecuencia mantuvo la erección después de penetrar? ¿Cuál fue el grado de dificultad para mantener la erección hasta completar la relación sexual? ¿Las relaciones sexuales resultaron satisfactorias?
Ya que 80% de los casos de disfunción están relacionados a causas orgánicas, Febres asegura que al tratar la causa que la provoca, la condición mejorará rápidamente. Los inhibidores de fosfodiesterasa, los medicamentos comúnmente usados para la disfunción, lo que hacen es mantener las arterias abiertas. “Estos fármacos fueron investigados para las enfermedades coronarias, dilataban las arterias, fue un gran hallazgo en su momento”, expresa el especialista.
En caso de que el paciente presente alguna alteración hormonal (más común en hombres mayores de 50 años con andropausia) como bajos niveles de testosterona, se recomienda también terapia para lograr los niveles satisfactorios y que el hombre recupere su líbido y deseo sexual.
Febres es muy enfático al decir que “recuperar la actividad sexual apoyándose en soluciones farmacológicas no elimina el riesgo cardiovascular preexistente; por lo que el hombre debe hablar sobre este tema y buscar ayuda médica pronto, pues lo que se están jugando es la vida”.
La prótesis: último recurso
Luego de que se ha probado con fármacos e incluso con otros tratamientos como la inyección en los cuerpos cavernosos del pene y no se ha obtenido éxito, los especialistas pueden considerar la conveniencia de una intervención quirúrgica para la colocación de una prótesis.
“La medicación tiene una efectividad bastante amplia, de 80%. Sin embargo, cuando ya se han agotado todos los recursos y para pacientes operados por cáncer de próstata, diabéticos o hipertensos descontrolados, se recurre a la cirugía”, dice Carlos Rojas, médico cirujano, urólogo y andrólogo, coordinador de la Unidad de Urodinámica y Andrología del Hospital Universitario de Caracas y urólogo de la Clínica Leopoldo Aguerrevere.
Las prótesis son soluciones definitivas con las que se logra una rigidez permanente. El especialista explica que existen dos tipos de prótesis: maleables o semirígidas e inflables. Las diferencias entre una y otra viene dada por la complejidad y la capacidad de simular la erección y la flacidez.
Las prótesis maleables son sencillas y consiste en dos cilindros de silicón con un espiral metálico en el medio que se colocan dentro del pene y le dan rigidez; es fácil de implantar, y tiene una baja tasa de rechazo y complicaciones. La desventaja, explica el médico, es que la erección no es natural, pues el pene no aumenta en grosor ni en longitud y permanece erecto todo el tiempo, aunque los sistemas más modernos permiten que se oculte de forma más fácil.
Las inflables, por su parte, consisten en dos cilindros inflables dentro del pene y una bomba que se coloca dentro del escroto. Cuando el paciente quiere una erección, debe bombear el escroto, logrando que se inflen los anillos. Es la más usada en Estados Unidos y Europa porque la erección es más natural, ya que el pene crece en longitud y grosor.
La diferencia de precio entre ambas, explica Rojas, es muy pronunciada. Mientras una prótesis semirígida o maleable vale 15.000 Bs., la inflable puede alcanzar los 70.000 Bs.; “y esta no es generalmente una cirugía que cubren los seguros”. De allí que en Venezuela sea más común colocar las semirígidas.
Rojas asegura que un paciente puede llevar una vida placentera y de satisfacción total con una prótesis que tiene una vida útil de 12 o 15 años. La recuperación se logra al término de seis u ocho semanas y la tasa de rechazo, especialmente en diabéticos, es de 3% y 4% aproximadamente.
Emociones alteradas
Un 20% de los casos de disfunción eréctil tiene su origen en causas psicológicas o emocionales, especialmente cuando se trata de los hombres más jóvenes. Incluso, aquellos con una causa orgánica, sufren un daño psicológico intenso que puede extenderse a sus parejas. De allí que la intervención de un psicólogo en el tratamiento de la disfunción sea esencial.
Isbelia Segnini, psicóloga clínica, sexóloga y terapeuta de parejas, señala que “la disfunción eréctil desata una serie de conflictos en la pareja que deben ser abordados en conjunto para salir airosos. Se produce en el hombre inseguridad, baja autoestima, duda acerca de la masculinidad o la capacidad de hacer feliz a la otra persona”.
Esto, dice Segnini, porque culturalmente se cree que el orgasmo de una mujer depende del hombre, y de que todas las relaciones conducen a erección-penetración y orgasmos, tanto en el hombre como en la mujer.
La primera falla puede dar pie a un círculo vicioso. Explica Segnini que una mala experiencia puede provocar que el hombre anticipe una próxima falla en el siguiente encuentro y efectivamente la tenga porque “el sexo es para disfrutarlo y no para padecerlo, y esa expectativa hace que la mente del hombre esté enfocada en la preocupación y no en el placer, y esto termine afectando su erección. Se termina viendo a la relación sexual como una prueba”.
La clave, dice la especialista, es solicitar ayuda lo más pronto posible, pues de lo contrario la condición se fortalece y se hace cada vez más profunda la sensación de minusvalía. La relación de pareja se deteriora también muy rápidamente.
Muchas parejas reaccionan de forma comprensiva, pero otro porcentaje se vuelven retadoras y agresivas, conduciéndose a la disolución del vínculo afectivo. “Dependerá de la estrechez del compromiso dentro de la relación, de la edad, y de la satisfacción en otros escenarios más allá de lo sexual”, señala Segnini.
Un buen diagnóstico conduce a un buen tratamiento. La sexóloga y terapeuta de parejas explica que se investiga si la disfunción aparece a partir de cierto momento o circunstancia como un aumento de peso o una crisis hipertensiva; cuáles fueron los factores predisponentes, disparadores y mantenedores; si es situacional o bajo todas las circunstancias.
El tratamiento debe involucrar un trabajo en equipo de todas las especialidades: endocrino, urólogo, sexólogo y cardiólogo. Y de forma ideal, involucrar a la pareja, porque “la disfunción es una condición que la padece uno, pero la sufren los dos”.
“La recuperación en cuanto a la pareja dependerá del daño que se haya producido. Hay quienes ya se han descalificado, se han buscado una tercera persona, etc. En lo personal, cuando los hombres ya tienen la información y el tratamiento empieza a hacer efecto, se sienten un poco más seguros, y recuperan la confianza rápidamente”, finaliza Segnini.
SABÍAS QUE…
Un acto sexual es equivalente a subir dos pisos en cinco segundos, o caminar 16 cuadras en 20 minutos.
[Fuente: Esteticaysalud.com.ve]