Más allá del eufemismo muy bien hilvanado por Hugo Chávez en su momento y sus acólitos-herededos en la actualidad, la “Patria” no es el Estado, ni mucho menos el Gobierno. Tampoco se refiere a la destrucción de las instituciones o de la “mitad minoritaria” del país por parte de la “mitad mayoritaria”.
Según la Real Academia Española, la Patria es: “Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.”
Por lo tanto, la “Patria” es algo grande, bonito, cuidado y para todos los que hacen vida dentro de un pedazo de tierra comúnmente denominado país. En nuestro caso específico, la “Patria” es Venezuela.
Y Venezuela en este momento dista mucho de ser un hogar para los venezolanos, porque un hogar es aquel sitio donde te sientes amado, cuidado, protegido, alimentado y en el que hay calor humano, camaradería, amistad, amor y paz.
Es imposible separar la “Patria” del respeto, calidad de vida, buenos servicios públicos, seguridad jurídica y personal, estabilidad, libertad de pensamiento y de expresión.
No puede haber “Patria” cuando hay miles de personas que han perdido todo por lo que han luchado durante su vida. Tal es el caso de mi abuela de 83 años de edad, quien lleva casi 10 años tratando de desalojar una “inquilina” de su único apartamento y no ha podido porque la “Patria”, a través de sus instituciones, le da más importancia a una persona joven, que bien puede trabajar para comprarse su propia vivienda y que paga 200 bolívares de alquiler en un edificio en Chacao, que a una mujer de la tercera edad que tiene que vivir arrimada en casa de su hija porque la “Patria” la apartó a un lado y, literalmente, la jodió.
Para que haya “Patria” es necesario que exista justicia, pero justicia de verdad, no este amiguismo corrupto y obsceno que da la razón al más poderoso, al que ofrece más dinero o simplemente al que se vista de rojo. La “Patria” es compatible con la igualdad de oportunidades y de condiciones, con el estímulo a los emprendedores y empresarios a través de leyes justas tanto para ellos como para los empleados.
Sólo es posible la “Patria” el día en que uno pueda salir a la calle sin miedo de que lo roben o lo maten, o que vaya al supermercado y consiga los alimentos que necesita de diversas marcas y con posibilidad de elegir el de tu preferencia, o cuando no tengamos que pensar en la posibilidad de volver a las tusas para limpiarnos el rabo, porque en esta tan cacareada “Patria” ni papel tualé hay.
La “Patria”, para ser tal, necesita cuerpos de seguridad de verdad, bien pagados y entrenados; no policías que cuando te paran en una alcabala lo primero que uno piensa es “¿con cuánto me irá a matraquear?”.
La “Patria” también requiere de mandatarios honestos, probos y dignos, no esta cuerda de mamarrachos corruptos que lo único que saben es insultar, ofender y vilipendiar a los que piensan distinto, mientras le regalan nuestro dinero a todos los chupamedias nacionales e internacionales que se les acercan sin importar cuánta hambre o necesidad pasan los venezolanos.
Una “Patria” de la que todos se sienten orgullosos es aquella en la que las carreteras no tienen huecos, hay servicios públicos de calidad, consigues comida, en la que sabes que un mes después vas a conseguir las cosas al mismo precio y no al doble o al triple como ahorita.
La “Patria” es ese ente abstracto que te permite ir al concesionario para comprar un carro y no tener que pagar más de la mitad del costo del vehículo sobornando al gerente para que te suba unos puestos en la lista de espera porque, en una “Patria” de verdad, hay suficiente producción de automóviles, comida, papel tualé, repuestos, productos de higiene personal, de limpieza, ropa y calzado, electricidad, escuelas, libros, tecnología, cemento, cabillas, materiales de construcción, pañales, toallas sanitarias, medicamentos, combustible, etc. para que la oferta sobrepase a la demanda y nadie, pero absolutamente nadie, se vea en la necesidad de hacer colas o ir al mercado negro para adquirir lo que necesita (eso incluye las divisas).
Sí, la “Patria” que nos venden desde el gobierno es muy distinta a lo que de verdad es una Patria. Y yo quiero una Patria de verdad, no una de mentira como la roja rojita.
Y por último, si no me importara mi Patria, ya me hubiera ido hace tiempo, pero yo me quedo aquí luchando por ella hasta verla hermosa, bonita y radiante como se merece.
Enrique Vásquez
@EnriqueVasquez