El confinamiento de la sexualidad manifiesta al secreto y la intimidad es una de las imposiciones más características de la modernidad occidental, una que obliga a que el sexo y sus actividades se realicen únicamente en la oscuridad de la alcoba personal.
Paralelamente a esta medida disciplinaria tácita, fluye otras corriente que se encargan o de fortalecerla o de minarla. Una, por ejemplo, haciendo del comportamiento sexual un objeto de estudio científico. Otra, un objeto de chistes y bromas que carcoman el pudor hipócrita en torno a la sexualidad.
De la primera tenemos como ejemplo un estudio estadístico realizado en Estados Unidos para conocer la incidencia real que la práctica de la masturbación tiene en dicho país. Esto confiando en la veracidad de la respuesta de quienes participaron en la investigación.
Así, según los sociólogos de la Universidad de Chicago que coordinaron el estudio, únicamente 4 de cada 10 mujeres (38%) se masturbaron durante el año anterior a las entrevistas, mientras que en los hombres la proporción fue de 6 de cada 10 (61%).
La muestra comprendió a 3,116 estadounidenses de entre 18 y 60 años de edad, 1,769 mujeres y 1,347 hombres, quienes respondieron a la pregunta específica “En promedio, ¿con qué frecuencia se masturbó usted durante los pasados 12 meses?”. Y si bien estos datos se recogieron en entrevistas cara a cara, lo cual pudo intimidar a los entrevistas y sesgar la información obtenida, los números se corresponden con otros estudios previos similares.
Entre estos, por cierto, alguno afirma que los hombres se masturban sobre todo entre la adolescencia y la edad adulta, y difícilmente se detienen hasta los 50 años; en las mujeres, este llamado placer solitario es más frecuente entre los 20 y los 39 años, siendo mínimo entre los 18 y los 20 y después de los 40.