En otro artículo hablamos acerca de los peligros del bullying durante la edad escolar, y ahora vamos a profundizar en las características de un tipo determinado de acoso: el ciberbullying. Por su nombre, es fácil deducir que se trata de un acoso cibernético, por medio del ordenador o teléfono móvil, pero, ¿en qué consiste exactamente y cómo prevenirlo?
¿Qué se el ciberbullying?
El ciberbullying o acoso virtual es el uso de información electrónica con fines de acosar a un individuo o grupo, aunque la mayoría de víctimas suelen ser niños y adolescentes. El acosador suele utilizar medios como redes sociales, teléfono móvil o email para alcanzar a sus víctimas con mensajes amenazantes, de chantaje o con fines sexuales ilícitos. Incluso, el hecho de colgar en Facebook una foto comprometida de otra persona sin autorización de ésta ya basta para que se considere acoso.
Cómo identificar el ciberbullying
El afectado por este chantaje psicológico (recordemos que también podría ser un adulto) presenta signos claros como baja autoestima, frustración, reclusión social, depresiones, irritabilidad con familiares o conocidos, y en casos graves incluso pensamientos suicidas. Igualmente, se padece una reducción considerable del rendimiento escolar o laboral. En realidad, los síntomas del ciberbullying son muy similares a los del bullying, sólo que en este caso no existe el contacto físico y en ocasiones la víctima también puede ser un adulto.
¿Qué hacer ante un caso de ciberbullying?
El tratamiento de este tipo de acoso sí difiere del bullyng escolar, dado que presenta características propias, como el hecho de que al ser ataques cibernéticos, es posible cortarlos (aunque sea de forma momentánea) simplemente apagando el móvil o el ordenador. No obstante, esta solución es momentánea y raramente funciona a la larga, excepto que el acosador llegue a cansarse. En ese sentido, una gran desventaja del ciberbullying frente al acoso tradicional es que permite ataques anónimos (desde emails ocultos o perfiles de Facebook falsos, por ejemplo), aunque es posible contactar con el proveedor de estos servicios en cuestión para preguntar si tienen alguna política para combatir el acoso virtual.
Los profesores de la víctima pueden echar una mano a los padres si el ciberbullying es producido por otros compañeros de clase o se sospecha que así sea, incluso aunque las amenazas se den fuera del horario escolar. Un psicólogo también podría ser de ayuda.
Una denuncia a la policía, en casos graves, puede ser necesario, especialmente si se conoce la identidad del agresor: aunque no se den cuenta, los propios mensajes virtuales de acoso suponen la mejor prueba para determinar su culpabilidad (e incluso detenerlos).