Un grupo de familiares de los pasajeros chinos del avión de Malaysia Airlines desaparecido el 8 de marzo de 2014 protagonizó hoy una protesta a las puertas del Ministerio de Asuntos Exteriores en Pekín por la clausura de los centros de ayuda.
Controlada por un fuerte dispositivo policial, una veintena de personas mostraban pancartas con frases como “¿Cuál es la verdad?” o “El Gobierno chino, cómplice de Malasia”, la mayoría de ellas sentadas en sillas plegables dada su avanzada edad.
Los agentes, que superaban en número a los manifestantes, instaban a seguir su camino a cualquier persona que se parara a leer sus reclamaciones en la calle, vigilada por hasta seis vehículos policiales.
A los periodistas tampoco se les autorizó a acercarse a grabar o conversar con los familiares, según constató Efe, cuyo equipo fue empujado del lugar por los agentes, además de amenazarle con suspenderle su permiso de trabajo.
No obstante, las autoridades permitieron algunas entrevistas breves -y estrictamente controladas por agentes- a unos metros de la puerta principal del ministerio.
“El centro era un consuelo para nosotros. Cada semana quedábamos ahí tres veces para charlar, y ahora nos quitan esa plataforma sin ninguna razón. No lo aceptamos”, indicó Dai Shuqin, una mujer que perdió a cinco miembros de su familia en el avión, que despegó de Kuala Lumpur (Malasia) y nunca llegó a su destino, Pekín, con 239 personas a bordo, entre ellas, 154 ciudadanos chinos.
Estos familiares piden ahora que se reabran estos centros -en Pekín y en Malasia-, que fueron clausurados a finales de abril.
“Hace tres meses abrieron una oficina de ayuda psicológica en el centro con dos o tres expertos que nos ayudaron mucho”, señaló otro ciudadano chino también afectado.
Los manifestantes también culpan al Gobierno chino de ser cómplice de los “errores” de Malasia, cuyo Ejecutivo, en su opinión, debería “investigar” lo ocurrido y no dar por cerrado el caso.
Pekín les propone que para reclamar se dirijan a la Oficina de Cartas, como hacen los peticionarios, ciudadanos que se convierten en peregrinos de la justicia china al no encontrar respuesta a sus demandas y que, por lo general, acaban sufriendo la represión del régimen.
“Es muy cruel… No es justo”, opinó Dai, que rompió a llorar poco antes de que los policías volvieran a instarle a no hablar con los medios e intentaran devolverla a la zona de protesta.
Fuente: [EFE]