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La campaña presidencial venezolana empieza a tomar fuerza. El reciente debate llevado a cabo entre cinco precandidatos de la Mesa de la Unidad ha encendido los ánimos de quienes creemos firmemente en la democracia y de todos quienes queremos elegir lo antes posible al sucesor del Presidente Hugo Chávez.
El debate mostró a cinco venezolanos hablando con altura, con moderación, con propuestas concretas, con planes y proyectos y sobre todo, con respeto hacia los ciudadanos. Más que un debate, fue una gran exposición de ideas en la que prevaleció la ponderación, la mesura y la camaradería. Todo lo contrario a lo que algunas horas antes ofreció Hugo Chávez en una larga y extensa cadena de radio y televisión.
El debate, y las elecciones primarias previstas para el 12 de febrero de 2012 tienen de cabeza al oficialismo. Primero, porque dentro del oficialismo nunca hay debate. En el PSUV, al igual que en los cuarteles, no se discute, se obedece. Los oficialistas se jactan de gritar a los cuatro vientos que la única forma de saber cuál es la línea de acción política que deben seguir, sólo tienen que ver los domingos el programa Aló Presidente.
Cada domingo, durante cuatro o cinco horas, el Presidente Chávez debate solo. El contra él. Y cuando no hay Aló Presidente, entonces hay que calarse las cadenas diarias para ver qué es lo que dice el gran jefe. La democracia que practica el oficialismo es extraña: una democracia donde no se debate, donde no se analiza, donde no se discute, donde sólo se obedecen órdenes y punto. Aquel que se niegue a obedecer, ya sabe lo que le espera.
El único debate público y televisado en el que ha participado Chávez se llevó a cabo a mediados del año 1988 en los estudios de Globovisión. En aquella oportunidad, los precandidatos Hugo Chávez y Claudio Fermín fueron colocados frente a frente por la periodista María Elvira Salazar en un programa llamado “Polos Opuestos”. Fermín, con su estilo pausado y diplomático no pudo evitar que Chávez lo arropara con su estilo confrontacional y descalificador.
Después que ganó la Presidencia de la República en diciembre de ese mismo año, Chávez se olvidó de los debates y empezó a cultivar su estilo personalista y dictatorial, donde sólo se escucha una voz, la de él, y donde no hay oportunidad de que nadie, absolutamente nadie, pueda rebatir sus ideas y proyectos.
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El oficialismo tampoco hará elecciones primarias. Chávez decidió que las primarias del PSUV se llevarán a cabo el 28 de diciembre, en el Palacio de Miraflores, y que el único militante que participará en esos extraños comicios, será él. Es curioso, pero un partido como el PSUV, que se jacta de gritar que tiene 7 millones de inscritos, no realizará elecciones primarias, no permitirá que su militancia se exprese, y que decida, sino que optará por acatar las órdenes de su comandante en Jefe, quien será a fin de cuentas quien decida quién va a ser candidato y quien no.
El país tiene frente a si dos modelos de democracia que están en pleno proceso de maduración: por un lado, la extraña democracia que ofrece Hugo Chávez, donde todas las decisiones las toma él, donde no hay separación de poderes, por cuanto todos los poderes están subordinados a él, donde no se discute, donde no se debate, donde no se puede aspirar con libertad a un cargo de elección popular a menos que se cuente con la bendición del gran jefe, donde no hay elecciones internas, y donde todo depende del caudillo.
Y la otra democracia, donde hay debate entre 5 precandidatos que aspiran la Presidencia de la República, donde hay elecciones primarias para escoger candidatos a alcaldes y gobernadores, y donde se discute, se analiza, se disiente y se fijan posiciones contrarias sin temor a ser expulsado o extirpado.
Con sus virtudes y defectos, la democracia promovida por la MUD es mil veces mejor que la democracia promovida por Chávez. Es una lástima que no hayan elecciones primarias en los 335 municipios y en los 23 estados del país. La MUD hará primarias en 18 estados y en poco más de 270 municipios, pero quedaron por fuera algunos estados y varios municipios y ello ha servido pata que alguna gente se sienta descontenta.
Es un gran avance, pero falta más. Ahora, es mil veces mejor una democracia que promueve el debate y la libre confrontación de ideas en casi el 90 por ciento del país, a una democracia chucuta, que amarra a sus militantes y ciudadanos a la voluntad de un Gran Jefe que quiere decidir por sí solo el destino y el futuro de 28 millones de venezolanos.
Gustavo Azócar Alcalá
Twitter: @GustavoAzocarA