En el acontecer cotidiano nos encontramos con todo tipo de información -a veces es necesario descender a los abismos- pero difícilmente habíamos topado una nota del nivel escatológico de la del trebajador postal Paul Kausalik, quien como fruto etílico le arrojo sus heces fecales vía bucal a un policía.
A sus 62 años, Kausalik era una cara conocida en Durango, Colorado (representante de ese honor civil que antaño representaba ser el cartero), donde había repartido el correo por 30 años. Quizás fue el tiempo libre y el ocio provocado por su reciente jubilación lo que hizo que hace unas semanas Paul decidiera emborracharse como un nefando springbreaker. Una noche de febrero el oficial Chad Langley le pidió a Paul que se orillara ante la fundada sospecha de que estaba conduciendo en estado de ebriedad. En efecto Kausalik, tenía el triple de alcohol en la sangre de lo que la ley permite, por lo cual fue llevado a la estación.
En la estación de policía de Durango, Kausalik pidió ir al baño antes de que se le realizaran pruebas de ebriedad estándar. En este proceso Langley sorprendió a Kausalik dos veces dormido en el baño y lo azuzó a terminar sus menesteres para presentarse a las pruebas.
Kausalik eventualmente salió del baño y se acercó (en lo que debe ser una escena digna de la más perturbadora cámara lenta) al ofical Langley. A una distancia de poco más de un metro, Kausalik observó a Langley, respiró profundamente y “escupio violentamente” su “contenido”, al oficial, según relata el informe.
Las heces fecales de Langley impactaron el lado izquierdo del rostro del oficial Langley.
El abogado de Kausalik, explicó mas tarde que éste, intoxicado, había defecado en sus pantalones en su auto y estaba tratando de limpiarse -quizás para evitar el escarnio de los policías-. El abogado no explicó el motivo y la mecánica del escupitajo fecal de su cliente, pero es concebible que dentro de la mente de Kausalik, ecupirle a Langley era una forma primitiva de liberarse de la suciedad de sus calzones (quizás una transferencia oral).
Kausalik ha pedido disculpas y tendrá que pasar 60 días en prisión, así como 2 años en libertad concidional.
Si bien los policías no nos producen los pensamientos ni las acciones más puras, y en cierto sentido hay una gloria del bajo fondo en las acciones de Kausalik, también es cierto que este cartero, acostumbrado a hacer todo tipo de entregas, llevó el popular odio hacia los “cerdos” demasiado lejos.
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