La elección de este tono va más allá de una simple cuestión estética porque cuando volamos el color adquiere importancia tanto en materia de seguridad como de economía a largo plazo para las empresas.
A continuación, algunas de las razones.
Mantiene fresco el avión. Así como los colores más claros dominan nuestro vestuario de verano porque son más frescos, la razón principal por la que los aviones están pintados de blanco es porque reflejan mucho mejor la luz solar y minimizan el calentamiento de la cabina y cualquier daño potencial por la radiación ultravioleta.
Según explica John Hansman, profesor de Aeronáutica y Astronáutica en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, al periódico digital Business Insider, “los materiales plásticos y compuestos -como la fibra de carbono y la fibra de vidrio- necesitan una mayor protección contra el calor del sol”.
Por ese motivo, se recomienda que la parte delantera del avión -donde está el radar de la aeronave- y las superficies de control -hechas de esta mezcla de componentes- estén “coloreadas de blanco o, en su defecto, de gris claro”, dice Hansman.
Es más barato. En un artículo publicado en The Telegraph, Boeing determina que “la pintura añade entre unos 270 y 550 kilos de peso a un avión”. Esta carga extra implica quemar más combustible y, por lo tanto, obliga a reponer más cantidad de queroseno o a hacerlo más habitualmente.
El fabricante norteamericano añade que con el fin de ahorrar en cada vuelo, hay algunas aerolíneas que optan por dejar sus “naves sin pintar” (con el fuselaje metálico a la vista) y solo los decoran con los colores corporativos en algunos puntos. Pero aunque esta decisión parezca más económica, deja al avión expuesto y desprotegido, sufre más desgaste y hay que pulirlo con mayor frecuencia.
También hay compañías que pintan su flota en colores muy vivos para distinguirla de las demás, aunque es mucho más caro. Boeing explica que “los pigmentos de la pintura de color tienden a desvanecerse y oxidarse con más facilidad que la blanca”, después de la exposición solar a largo plazo y otros factores ambientales. El tono original pierde viveza y se tiene que repintar con más frecuencia.
Reduce accidentes con aves. En más de una ocasión, el impacto de un pájaro contra un avión ha provocado fallos en el aparato, algo que es menos probable de que ocurra si éste es blanco. Y es que, según un estudio publicado por la revista científica Human-Wildlife Interactions en 2011, la visibilidad de la aeronave podría verse realzada por exteriores blancos o colores brillantes, y así aumentar potencialmente su detección y elusión por parte de las aves.
La investigación, que analizó la correlación entre la cantidad de ataques de estos animales en diferentes aerolíneas y las tonalidades de sus aviones, concluyó que los más oscuros reducían la capacidad de las aves para detectarlos porque disminuían el contraste entre la aeronave y el fondo visual.
Facilita las revisiones. El blanco tiene otra gran ventaja en cuanto el mantenimiento del fuselaje. La Asociación Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) ratifica en su manual aéreo que la superficie tiene mayor visibilidad y es mucho más fácil identificar y reparar grietas (ya que las fisuras casi siempre son más oscuras), abolladuras o derrames de petróleo.
Además, también acentúa las marcas de corrosión y las manchas de fuga de aceite. Y en el caso de un choque o cualquier otro contratiempo, especialmente de noche, es mucho más fácil localizar si las partes son claras.
A pesar de todo lo descripto, si suben a un avión colorido no teman. No significa que sea más peligroso que los otros y las precauciones que se toman son las mismas.
Lo que no deja de ser cierto es que a las compañías les sale más caro mantener la flota a punto para poder recorrer el mundo.