Solo cuatro días después de que el partido eurófobo UKIP consiguiese su segundo diputado derrotando a los conservadores en Rochester, una de sus plazas clásicas, el ala más derechista de los «tories» exige a David Cameron un discurso mucho más duro sobre Europa. Owen Patterson, relevado este verano como ministro de Medio Ambiente, pidió ayer en un foro económico que el primer ministro inicie ya las negociaciones para un hipotético abandono del Reino Unido, medida que se tomaría a mayores de mantener el referéndum sobre la continuidad en la UE, que Cameron quiere convocar en 2017.
Patterson cree que esa iniciativa de comenzar ya el proceso formal de ruptura podría ser «muy atractiva» para los votantes dubitativos de cara a las elecciones de dentro de seis meses. A su juicio, además, en el referéndum sobre la UE solo se deben ofrecer dos alternativas: o seguir en ella con todas sus consecuencias, incluida la entrada en el euro; o dejarla y suscribir un tratado de libre comercio, a lo Noruega.
Cameron y Merkel comparecen juntos en Berlín tras reunirse en junio de 2012
Pero no todos los «tories» concuerdan con el discurso antieuropeo. El sector moderado cree que correr detrás de UKIP intentando ser más duro con los inmigrantes que ellos es un grave error. «Tenemos que volver a nuestra agenda, a la economía, el servicio de salud, la educación; temas en lo que UKIP no tiene nada que decir», reclamaba ayer Kenneth Clarke, ex miembro del gabinete conservador, que acusó a Cameron de «impulsar a UKIP imitando a Farage» [el líder populista].
En medio de este profundo debate, Cameron presentará la próxima semana sus medidas de control de la inmigración. El embajador de Polonia en Londres, el país que aquí siempre se cita como ejemplo de la «invasión» con el famoso «fontanero polaco», cree que el primer ministro no impondrá cuotas, porque eso lo vetarían los otros socios europeos. Su pronóstico es que el Gobierno británico limitará el acceso de los inmigrantes a las ayudas fiscales y de vivienda. Lo del inmigrante como una suerte de vampiro de los servicios sociales es otro mito más de los eurófobos. Según el último estudio, de 3,2 millones de beneficiarios de esas subvenciones solo eran inmigrantes europeos 252.000 personas. «La gente viene aquí a por un trabajo, no a por un subsidio», zanja el embajador de Polonia.
Más del doble
El Gobierno va dando una de cal y otra de arena, porque la prensa conservadora se opone dejar la UE. El pasado fin de semana, la ministra del Interior, Theresa May, dio un poco de munición al ala anti Bruselas y reconoció en una televisión que Cameron ha incumplido su promesa electoral de limitar a menos de cien mil el número de inmigrantes que entran cada año. La verdad es que las cifras son de más del doble: en los doce meses previos a marzo de este año llegaron 243.000 extranjeros.
Para un observador foráneo, resulta llamativo que el Reino Unido se haya enzarzado en un debate sobre inmigración en un momento en que sus resultados económicos son excelentes (menos del 6% de paro y crecimiento del 3%), logrado con una sociedad que de hecho ya es multicultural, como refleja la cifra de Londres, donde el 30% es de fuera. Nick Clegg, el socio de Gobierno de los conservadores, advirtió ayer que dejar la UE costaría tres millones de empleos al Reino Unido, lo que definió como «un espectacular gol en propia meta».
Fuente [Abc.es]