Figaro’s no es sólo una peluquería de caballeros inspirada en ‘El barbero de Sevilla’, de Rossini, también se ha convertido en el establecimiento en boca de todo el mundo en esta Lisboa eternamente fadista. Se especializa en corte masculino y afeitado, pero la sorpresa viene cuando vemos un cartel en plan ‘vintage’ con una advertencia insólita: puede usted acceder acompañado de su perro, pero no de su esposa, una amiga o su madre.
Semejante arbitrariedad ha levantado ampollas entre los colectivos feministas, que se plantaron recientemente en el local para bloquear su actividad y protestar por el ideario de la casa. No se quejan de que ellas sean excluidas de la atención, sino de que se les prohíba la entrada.
La polémica está servida. Hasta el punto de que los empleados comienzan a hartarse de los curiosos que se quedan mirando desde el exterior de los ventanales.
Lo comprobamos en una visita que testimonia tal actitud. Rua do Alecrim, 43. Llamamos a la puerta y nos interesamos por su peculiaridad. Dos jóvenes se limitan a decir que el precio son 25 euros por cortar el pelo y 45 si se añade el afeitado, siempre con navaja y agua caliente porque la antigua usanza impone aquí su ley. Y no más preguntas, por favor.
Un hermetismo curioso porque ellos hacen gala de que una buena conversación forma parte del ritual con los clientes. O sea, está incluida en el precio.
El caso es que la acción feminista encrespó a los propietarios de Figaro’s, prestos a declarar: «Estas provocaciones cobardes no harán que nos desviemos del concepto comercial que hemos adoptado y que suele agradar a nuestro público».
Incluso señalaron que no pararán hasta encontrar a los «culpables» y que, si es necesario, acudirán a «la vía penal o civil» para responsabilizarlos. De acuerdo con su relato, varios hombres que se encontraban en el interior de la peluquería fueron zarandeados por los ‘intrusos’, en su mayoría mujeres con máscaras.
También se lamentaron de que, muy probablemente, el objetivo de esta gente no era otro que «provocar una reacción agresiva en nosotros, tanto barberos como clientes». Una meta fallida, toda vez que los clientes.
La respuesta de las mujeres no se ha hecho esperar: «Se trata de machismo puro y duro». De momento, el ‘efecto márketing’ funciona y el número de visitantes a la peluquería se incrementa, aunque sólo sea para hacerse la foto.
Fuente [Abc.es]