Tony Spell es el pastor del templo Life Tabernacle, una congregación religiosa de la ciudad de Baton Rouge, en el estado norteamericano de Louisiana. Su nombre ha saltado a las portadas de los medios de comunicación de su país desde que comenzó la crisis por el coronavirus, ya que fue uno de los primeros pastores en desafiar las órdenes de confinamiento decretadas en su estado.
De hecho, Spell pidió explícitamente a sus feligreses que no se quedaran en casa e, incluso, fletó un autobús para que los fuera a recoger a sus domicilios y los llevara a la iglesia para el servicio religioso del domingo. Pero ahora le acusan de algo más grave: de querer hacer negocio a costa de sus propios fieles.
Tal y como publica Telemundo, Tony Spell defendió en su momento la implantación del sistema de autobuses para llevar a sus feligreses a la iglesia porque, según sus palabras, «eran tan pobres que ni siquiera tenían internet para ver los servicios religiosos a través de la red». Pero ahora ha cambiado radicalmente de opinión.
¿Negocio con el coronavirus?
El pastor de Life Tabernacle ya no cree que sus fieles sean tan pobres. Al menos es lo que se intuye de la petición que les ha hecho en el último servicio dominical. Spell pedía desde el púlpito que los feligreses donaran a su iglesia el cheque que el gobierno de Estados Unidos va a enviar a todos los americanos para ayudarles a sobrellevar la crisis por el covid-19.
Spell fletó un autobús con la excusa de que sus fieles eran muy pobres, pero ahora les pide que entreguen el dinero que les ha dado el Gobierno
La razón es que ese dinero podría enviarse a los misioneros que están ayudando lejos de Estados Unidos y que no disponen de recursos económicos en aquellos destinos en los que se encuentran. Sin embargo, son muchos los que le afean esa petición a una comunidad que destaca especialmente por sus escasas posibilidades.
No es la única polémica protagonizada en las últimas horas por Tony Spell. Además, el pastor se niega a pedir ayuda al gobierno, algo que podría hacer de acuerdo a la ley, escudándose en que, de hacerlo, la iglesia podría perder su autonomía. Es decir, antepone los intereses de su iglesia a los de sus propios fieles.