Este 29 de noviembre la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), reunida en Nueva York, reconoció a Palestina como “Estado observador” en una votación de 138 países a favor, 9 en contra y 41 abstenciones, lo cual marca uno de los pasos simbólicos más importantes en el proceso de pacificación entre Palestina e Israel luego de más de 40 años de ocupación y conflicto.
La categoría de “Estado observador” no convierte a Palestina en un miembro con plenos derechos —admisión que corresponde al Consejo de Seguridad de la ONU—, pero de algún modo pone fin a décadas de ignorancia implícita por parte de la comunidad internacional, en buena medida por presión del gobierno de Estados Unidos.
Entre los votos a favor destacan los algunos países que integran la Unión Europea (entre ellos España, Francia, Italia y Portugal), aunque otros también importantes como Alemania y el Reino Unido prefirieron abstenerse.
Por su parte la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, minimizó la decisión tomada por el pleno al asegurar que dicha “resolución no crea un Estado que no existe ni cambia la situación sobre el terreno”.
Para otros analistas, sin embargo, esta medida hace todavía más evidente la ilegitimidad de la ocupación israelí de territorio palestino, la imposibilidad de seguir defendiendo este proceso de violencia en contra de un pueblo y sus derechos aun cuando Israel tenga como aliado a Estados Unidos.