La temida reunión entre los líderes de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) este 2017 ya se cumplió; y vale resaltar que no sucedió oficialmente la escaramuza que muchos pronosticaban, por lo que sus organizadores pueden respirar tranquilamente; pero sí que nos dejó para hablar mucho rato. Desde agosto de 2016 se venía organizando esta reunión que coincidiría estratégicamente con las elecciones en Francia luego que en Reino Unido se decidiera decirle “goodbye” a la Unión Europea, un acto sin duda que debilita en algunas cosas el pacto fuerte de esta corporación de países colosales en el mundo. En el seno de la OTAN hasta el año pasado sólo daban como revés el consumado hecho separatista de Inglaterra, pero jamás pensaron, o por lo menos se negaban a creer que podrían ver a Donald Trump caminando el “hall” en Bruselas, por todo lo que significa tenerlo como huésped después que aseguró reiteradamente en sus alocuciones como candidato presidencial que la OTAN, en resumidas cuentas, se “chuleaba” a Estados Unidos; una apreciación que indigestó a más de uno en el viejo continente, especialmente en Berlín y París.
Sin conocer en exactitud los alcances de la OTAN y porqué el gigante americano paga más, Trump -como nos tiene acostumbrado- ha pensado con el corazón antes de hablar de la alianza. La OTAN le ha servido siempre a Norteamérica como su aforo principal para maniatar a ratos al kremlin, esa Rusia rebelde y antagónica “por caprichos idealistas” que no dejará de llevarle la contraria a la Casa Blanca. Para Donald el “club de amigos” no es equitativo, y en su afán de ver la política desde el ojo mercantilista, entiende que le están robando “dinero” y no que su país mantiene así la OTAN para sacarle el mayor jugo posible.
Sin embargo, y aunque se esperaba algo más frontal, Trump en sus 100 días como mandatario ha comprendido que las cosas no se dirimen con cifras, y que tal vez esos “ceros” han convenido en la tranquilidad de muchos alrededor del mundo. Hablar esto con algo de frialdad puede herir susceptibilidades partidistas a escala global, pero no es más que la mera y simple verdad. En ese sentido, Mr. Trump llegó y habló con un tono más conciliador, obligado por el escandaloso comienzo que ha tenido como presidente con aquello de la “trama rusa”, el traspié de los populistas de derechas en Europa al caerse de la nube en la cual se subieron pensando que después del Brexit y las elecciones en USA arrasarían con todo en occidente, y no fue así. Salieron derrotados en Holanda a principios de año y no pudieron tomar el Palacio del Elíseo en esta oportunidad, teniendo que afrontar un nuevo gobierno galo liberal que parece no cumplir ninguna línea política tradicional sino apostar al cambio real dentro de las demandas que presenta la actualidad global modernizada.
El presidente norteamericano pidió expresamente a 23 de los 28 Estados miembros de la OTAN que “suelten más sus bolsillos” para acelerar los planes defensivos que se orienten directamente a combatir el terrorismo. Trump seguramente estuvo algo influenciado luego de haber estado en contacto personalmente con líderes musulmanes en su visita previa a Arabia Saudita, que causó muchas suspicacias tras ser este país durante años acusado internamente en Los Estados Unidos de tener algunas vinculaciones indirectas con la red que atentó en contra de las Torres Gemelas de Nueva York en 2001.
Sin embargo, no se fue con las manos vacías, la declaración final sobre la unión de la OTAN como bloque para apoyar las acciones de la coalición internacional en contra de los Yihadistas de “Daesh” es un paso fundamental que pretendía hacer dar Trump en la nueva sede de la organización en Bruselas. Además, logró en mayor medida la atención mediática, aunque la misma, siendo sinceros, esperaban un traspié de cualquier tipo, por eso, ese apretón de manos de Donald con Emmanuel Macron fue fotografiado hasta la saciedad, muchos indicaron que Trump no lo quería soltar, mientras el liberal francés creyó que sólo sería algo rutinario. Antes, en un video muy peculiar que en minutos se viralizó en la red, se observaba caminar a Macron en dirección a encontrarse con Trump, pero en segundos giró y a quien primero saludó fue a su aliada más cercana, la Canciller de Alemania, Ángela Merkel. El otro momento peculiar fue cuando Donald se abrió paso entre los líderes para salir de primero en la foto formal, apartando de una manera nada educada al primer ministro de Montenegro, Dusko Markovic.
Pero la imagen que al final parece haber eclipsado el “gris” encuentro de los poderos de la OTAN, fue la de las primeras damas y el primer caballero, que acompañaron a sus esposos al encuentro. Gauthier Destenay es el marido de Xavier Bettel, el primer ministro de Luxemburgo, una pequeña nación del centro-este europeo que desde hace más de cinco años legalizó el matrimonio homosexual. Quizás si hubiese ido Hillary Clinton y no Donald Trump, esa fotografía hubiese cobrado mayor valor, con Bill integrando ese grupo también. Aunque el que debería animarse es Joachim Sauer, el cónyuge de Ángela Merkel.