A la ya larga lista de situaciones que pueden provocar una guerra en el mundo, del ideológico al social, del político al religioso, hay que agregar un motivo tan viejo como la humanidad: la escasez de agua.
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, para el año 2025 habrá 2.8 mil millones de personas que enfrentarán complicaciones relacionadas con el líquido más valioso.
La revista estadunidense Foreign Policy menciona que conflictos como los generados por el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) podrían ser olvidados en el futuro, ya que según el más reciente documento de “Estrategia Nacional de Inteligencia” (National Intelligence Strategy) del gobierno estadounidense: “muchos gobiernos afrontarán retos para satisfacer incluso las necesidades básicas de su población, ya que se enfrentan a los cambios demográficos, la escasez de recursos, los efectos del cambio climático y los riesgos de brotes mundiales de enfermedades infecciosas”.
Otro de los factores que influyen en el estrés hídrico es el rápido crecimiento de la población mundial porque a medida que aumenta lo hace también la demanda de agua dulce y de alimento, que a su vez hace que la agricultura necesite más recursos hídricos para sus cultivos, es este sector el que más consume agua.
La cuestión del agua ha sido causa de tensiones políticas entre Estados Unidos y México, así como entre Argentina, Brasil y Paraguay. Para Brasil, los recursos hídricos y ecológicos de la Amazonia, son un tema de seguridad nacional.
De hecho, el tema del agua es uno que preocupa a los estrategas estadunidenses hace años. Ya en 2011, James Clapper, director nacional de Inteligencia, apuntaba que en los próximos diez años, problemas relacionados con el líquido podrían contribuir a la inestabilidad en estados importantes para la seguridad nacional estadunidense.
“Falta de agua, agua de poca calidad e inundaciones, por sí solas, tienen pocas probabilidades de resultar en el fallo de los estados. Sin embargo, problemas de agua combinados con pobreza, tensiones sociales, degradación ambiental, liderazgo ineficiente e instituciones políticas débiles contribuyen a trastornos sociales que pueden resultar en estado fracasado”, advirtió.
El punto fue reiterado este año, también ante el Comité Selecto de Inteligencia del Senado estadunidense.
Para Dolores Barrientos Alemán, representante para México del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el punto es que “no podría decir si habrá o no guerras, si bien el ideal es que nunca las haya”, pero “lo que sí es cierto y los pronósticos al menos climáticos nos dicen, es que el estrés hídrico va a provocar fricciones importantes”.
Dado que habrá zonas del mundo que cuenten con recursos hídricos, mientras en otras será limitado, es posible augurar un escenario óptimo para conflictos. Además, Barrientos expresó que ante la escasez en algunas regiones: “se pueden esperar grandes migraciones dentro de un país o de un país a otro”.
Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) el estrés hídrico es un concepto que describe en qué medida está expuesta la población al riesgo de falta de agua.
La escasez de agua es un fenómeno que, en gran parte, es causado por la mano del hombre, ya que está ligado al aumento de la población, los cambios en las formas de consumo de la sociedad y el impacto de las alteraciones climáticas que van de la mano con la contaminación y la degradación de los ecosistemas.
En una presentación ante el Comité de Inteligencia del Senado de EU, en enero de este año, Clapper insistió cómo en 2011 el “agua de manantial agotada o degradada puede amenazar la seguridad alimenticia y por tanto arriesgar la organización social interna, lo que en turno puede llevar a desorganización política”, agregó.
Agricultura
El funcionario, que supervisa a todas las agencias de inteligencia (espionaje) estadounidense, destacó que cuando no hay agua de manantial o subterránea disponible, los trabajadores agrícolas pierden empleos y se levantan menos cosechas. “Como resultado, hay una fuerte correlación entre la disponibilidad de agua para agricultura y el Producto Doméstico Bruto Nacional en países con altos niveles de empleo agrícola”, apuntó.
Barrientos explicó que según el IPCC, el cambio climático influye en el ciclo hidrológico de la Tierra, pues aumenta la evaporación, el derretimiento de los glaciares y la expansión térmica de los océanos. Todo ello tiene efectos negativos debido a que hay un mayor riesgo de inundaciones, daños en la infraestructura y contaminación de los suministros de agua potable.
Escasez física y económicaBarrientos explicó que la escasez de agua para los países será en dos niveles: física y económica. La primera es cuando a pesar de que los países tengan suficientes recursos financieros para una infraestructura hídrica la falta del recurso es el problema, y la segunda es cuando a pesar de que algunos países tendrán disposición de agua necesitarán del financiamiento para crear la infraestructura para extraer el recurso.
Otro de los factores que influyen en el estrés hídrico es el rápido crecimiento de la población mundial porque a medida que aumenta lo hace también la demanda de agua dulce y de alimento, que a su vez hace que la agricultura necesite más recursos hídricos para sus cultivos, es este sector el que más consume agua.
Barrientos dice que los países deben gestionar sus políticas públicas pensando que el recurso hídrico es limitado, y a partir de ello dirigirse hacia los bosques y su reforestación porque es ahí donde se genera el agua.
Pone como ejemplo el caso de la Ciudad de México, a la que define como “una gran masa urbana que poco a poco se come las fábricas de agua (los bosques) a su alrededor”, y sugiere que se opte por reforestación en lugar de cavar pozos más profundos o construir ductos para traer agua de zonas cada vez más alejadas.
La escasez de agua no sólo tiene que ver con la pérdida del recurso sino con la forma en que se distribuye, según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). En 2006, apuntó, más de mil millones de personas carecían de acceso a agua dulce y más de dos mil millones de servicios de saneamiento adecuados, pero según datos de la ONU esta cifra ha ido en aumento y son tres mil millones de personas las que carecen de agua para beber.
Energía hidráulica. Para complicar más las cosas, el poder hidráulico es una importante fuente de electricidad en países en desarrollo —más de 15 países en desarrollo generan 80% o más de su electricidad a partir del hidropoder— y la demanda de agua para apoyar todas las formas de producción eléctrica y procesos industriales está en crecimiento.
Yemen
La cadena BBC consignó en 2012 que Yemen es la capital mundial de la escasez de agua: un país que utiliza el 90% de su agua para la agricultura y en Saná, su capital, dos millones de personas luchan para conseguir agua de camiones cisternas por el agotamiento del líquido de sus pozos.
Yemen tal vez sea uno de los casos, si no el caso más extremo. Su situación actual no es muy distinta respecto a hace dos años. Según la empresa estadounidense de inteligencia StratFor, el tema de la agricultura es todavía un gran problema, porque cerca de la mitad de la población trabaja en ese sector, que consume la mayor parte del líquido, y sigue sin capacidad de satisfacer las necesidades de una población que crece con rapidez y es altamente dependiente de la importación de alimentos-.
Más allá de eso, la misma fuente asegura que el suministro de agua en Yemen se perderá debido a una infraestructura deteriorada y un sistema de riego ineficiente, además de que continuará con problemas para manejar el crecimiento de su población, lo que a su vez tendrá un impacto político, social y económico: según la ONU, se requerirán US$12.7 mil millones sólo para subsanar los problemas de agua.
En relación con a las políticas de los Estados, Barrientos explicó que: “las decisiones en inversión hídrica a nivel gobierno deben tomar en cuenta datos científicos que se tienen al respecto de la disposición del agua para tener decisiones mucho más inteligentes y sustentables”.
Además mencionó que: “los países deben tomar medidas como el reconocimiento del estrés hídrico en su toma de decisiones, la eliminación de políticas públicas como los subsidios al agua que implican un derroche excesivo o el uso poco racional del recurso y la promoción de una mayor tecnificación en el sector agrícola”.
Otros países proponen distintas medidas para un uso correcto del agua. En Reino Unido, un grupo de ingenieros civiles propone introducir una tarifa proporcionalmente mayor para la gente que riega sus jardines o lava sus coches, con la idea de que paguen mucho más que otros que sólo quieren bañarse, cocinar y consumirla.
Pero de acuerdo con la BBC, estas medidas enfrentan algunas críticas.
Fuente [Americaeconomia.com]