¿Se ha sentido alguna impotente al ser incapaz de cazar una rápida mosca al vuelo? No culpe a su torpeza o a su falta de reflejos, es que se ha buscado un enemigo realmente rápido, capaz de moverse como un avión de combate. Cuando se sienten amenazadas por un depredador -lo somos nosotros mismos dando manotazos-, las diminutas moscas de la fruta (Drosophila hydei) responden con una técnica de vuelo digna del mejor piloto militar, realizando giros imposibles para evadir el ataque en menos de una centésima de segundo, es visto y no visto.
Investigadores de la Universidad de Washington han empleado una serie de cámaras de vídeo de alta velocidad que funcionan a 7.500 cuadros por segundo (40 por aleteo) para capturar el movimiento del cuerpo y las alas de esta especie de moscas, aproximadamente del tamaño de una semilla de sésamo, cuando se enfrentan a una amenaza inminente. Las cámaras se centraron en una pequeña región en el centro de un campo de vuelo cilíndrico donde revoloteaban de 40 a 50 moscas.
El vuelo de las moscas se ha descrito como una especie de natación a través del aire, pero Michael Dickison, coautor del estudio, que se publica en la revista Science, cree que, en realidad, estos pequeños insectos tiran de sus cuerpos al igual que los aviones en una curva inclinada para escapar de un peligro. «Hemos descubierto que las moscas de la fruta modifican su trayectoria en menos de una centésima de segundo, 50 veces más rápido de lo que nosotros parpadeamos, mucho más de lo que imaginábamos», explica.
Las moscas pueden girar sobre sus lados 90 grados o más, y en ocasiones casi volar cabeza abajo. «Estas moscas normalmente aletean 200 veces por segundo y, casi en un solo golpe de ala, el animal puede reorientar su cuerpo para generar una fuerza que le lleve lejos del estímulo amenazador y luego continuar acelerándose», afirma el investigador.
Las moscas de la fruta utilizan un sistema visual rápido para detectar depredadores que se acercan. «El cerebro de la mosca realiza un cálculo muy sofisticado en un lapso muy corto de tiempo, para determinar dónde está el peligro y exactamente cómo inclinarse para huir mejor, algo que harán de forma diferente si la amenaza está a un lado, delante o detrás», afirma Dickinson.
¿Cómo puede un pequeño cerebro generar tantos comportamientos notables? -se pregunta- Una mosca con un cerebro del tamaño de un grano de sal tiene un repertorio conductual casi tan complejo como un animal mucho más grande, un ratón. Es un problema muy interesante desde el punto de vista de la ingeniería». Cómo el cerebro y los músculos de las moscas controlan estas maniobras evasivas tan rápidas y precisos es algo que los científicos aún tienen que investigar.
[Fuente: noticias24.com]