Desde hace algún tiempo hemos visto claramente cómo han aumentado las cifras de venezolanos que están, casi literalmente, loquitos por salir del país, ya sea por cuestiones de estudio, de crecimiento profesional o incluso políticas. Cabe destacar que más o menos el 80% de estas personas que quieren irse a otro país son jóvenes, recién graduados o con algunos años pero no con mucha edad.
Últimamente hemos sido testigos de que esas cifras únicamente crecen de manera descontrolada, y, como siempre, todo en este país tiene que ver con la política, con o sin razón, así que por supuesto, se comienza a politizar todo lo que está pasando. Es entonces cuando algunos comienzan a aconsejar a sus familiares, hijos, vecinos, amigos y a cualquier persona joven que se encuentren en la calle, que hagan lo posible por irse del país, por buscar nuevos horizontes y siempre hay una frase que incluye las palabras “aquí no hay futuro para nadie”.
Por otro lado, están los que no se cansan de repetirle también a sus familiares y amigos que la mejor opción está en Venezuela, que aquí la cosa está mejor que nunca y que todo lo que uno sueñe lo puede lograr. También comienzan con ese cuento de que si te vas del país eres un “apátrida” que no amas lo tuyo y no reconoces la tierra que te vio nacer.
Ahora yo me pregunto ¿De verdad tienen que haber tantos límites para el crecimiento personal y profesional de una persona?, y no me refiero a los límites de esos que se pone uno mismo, por necedad o por miedo, no, me refiero a los límites físicos, terrestres. ¿Por qué no puede uno ir a hacer un post grado en otro país? Supongamos que alguien quiere ampliar sus estudios, y en Venezuela no existe lo que quiere hacer, entonces ¿Qué hace? ¿Se rinde, deja su sueño en un stop eterno nada más por no ser un fulano “apátrida”?, yo no creo que esa sea la respuesta correcta.
Sinceramente, para mí por lo menos, los límites de cada uno no tienen que ser físicos, es decir, no debemos permitir que nuestros sueños o metas se frustren solo por no cambiar de ciudad o de país. Claro, en este país en especial, todo resulta más complicado, como que le quieren meter a uno por la fuerza la idea de que es mejor quedarse aquí, porque nada más con ver el montón de papeles que piden, los trámites que hay que hacer, y peor aún, el “rialero” que hay que conseguir para poder salir de Venezuela, muchos se desaniman y lo dejan todo hasta ahí.
Lo anterior me parece, claro, un completo error, además, seamos sinceros, en un país en el que hasta al más valiente le da miedo salir de noche, no sea que lo atraquen o hasta lo maten para robarle un teléfono, está bastante difícil que la mayoría pueda cumplir sus sueños, sobre todo si, aunado a eso, es tan difícil (como todo aquí) conseguir un hogar digno, comida a buen precio (o al precio que sea porque ya de por sí es difícil conseguirla).
Todo esto lo digo por mi forma de ver las cosas, no estoy hablando por nadie, quien piense como yo, bien, quien no, pues respeto su punto de vista, pero la verdad, incluso aunque viviéramos en un país desarrollado, deberíamos poder salir de él más fácilmente, a conocer, a pasear, a estudiar, a trabajar, a lo que nos provoque, porque al fin y al cabo lo hacemos con nuestro dinero, con nuestro esfuerzo, es lo más justo, aunque lamentablemente no sea así.
Para cerrar solo diré que, es muy lamentable que, mientras en otros países los jóvenes salen y regresan felices, en Venezuela todos se quieren ir desesperadamente y sin ningunas ganas ni motivaciones para regresar, eso sí es lamentable.
@Karla_IsabelR / Karla Isabel Rodríguez