Esa fotografía se titula “Microcañón” y ha ganado el primer premio en el concurso de FEI, una casa de se dedica a la interesante labor de fabricar microscopios electrónicos.
Os preguntaréis cuál es el vínculo entre un fabricante de microscopios electrónicos y una garganta montañosa y orográficamente accidentada. La razón es que lo que ves en la fotografía no es un barranco desde el que una caída suponga la muerte segura, al menos para un humano, porque tiene una altura de 0,03 milímetros.
Martina Dienstleder es como se llama la autora de la fotografía.
No tuvo que viajar muy lejos aunque nos parezca que es una instantánea perteneciente a una excursión por el Gran Cañón del Colorado. Dienstleder es una investigadora del Centro Austríaco para el Estudio Microscópico y el Nanoanálisis del Electrón, y ese proceloso barranco de la foto no es más que la microgrieta que aparece en la superficie del acero cuando lo doblas.
Por supuesto los microscopios electrónicos no son capaces de percibir el color así que tras asegurarse la señora Martina de que lo que aparecía en la foto se parecía remotamente a un cañon montañoso le pidió a su amigo Manuel Paller que lo colorease en tonos terrosos para terminar de conseguir el efecto deseado. Y vaya si lo consiguió, pues terminó ganando el premio.
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