Sino a los ciudadanos, a esos que cada día de 1 a 2 de la tarde se comunicaban a “aquí entre tu y yo” para desahogarse y drenar tanto abandono de quienes se comprometieron a trabajar por y para ellos. A esos venezolanos quienes todas las mañanas se levantan para encarar la vida que no es fácil porque se nos ha convertido en violenta de tanta muerte, robo y secuestro. De esos venezolanos que al despertarse y abrir el grifo no les sale el agua y tienen que recurrir al tobo. A esos que no tienen gas y si lo tienen, ni una a arepita se pueden meter porque harina no hay y el queso está carísimo. A esos que llegan medio aseados y hambrientos al metro, pero que no lo pueden tomar a tiempo porque, cada vez y con mayor frecuencia “una falla de luz” ocasiona que los vagones se queden atascados en algún túnel oscuro. Es a ellos, a los ciudadanos a quienes silencian y a quienes le impiden la información real porque tiene 16 años sometidos a cadenas de mentiras donde manipulan la realidad presentando un país en desarrollo inexistente. Son a ellos a quienes callan y ensordecen de falacias que comienza a descubrir.
Decepción y desencanto es lo que pulula en este ex-país que te condena por pensar, disentir y polemizar. La libertad se paga, luchar por ella es costosa en esfuerzo, energía y sentimientos. Es una opción que tomas o dejas, si la pones de lado…te convierte en borrego, servil o jala bola.
Desde hace 16 años, a la calladita, el régimen ha venido instalado un aparato como el apartheid que sufrieron los negros en Sudáfrica con el propósito de que la minoría blanca conservara el poder. Hoy, en los inicios del siglo XXI los opositores al régimen, quienes pensamos distinto y que somos mayoría, se nos excluye y se nos persigue, se nos silencia para tratar de ocultar así la corruptela, la ineficacia y la inconformidad social que se ha instalado en el país.
Aquello en Sudáfrica no era democracia… Lo de aquí tampoco lo es.
Por eso se me niega el sagrado derecho al trabajo y se me quiere imponer una expiación o sublimación como requisito sine qua non conseguir que alguien me emplee. Tal y como en Sudáfrica sólo se le reconocían prebendas a los morenos entregados y sumisos mientras que a un Nelson Mandela lo condenaban a una celda.
No tengo derecho a montarme en conviasa y se me niega el pago de mis prestaciones trabajadas por 18 años por parte de los nuevos dueños del canal de televisión en el que trabajé y casi que tampoco a tener pasaporte y mucho menos a trabajar. Tendría que plegarme al régimen para que esa prohibición cesara. Y no soy de esas. No es a mi quien callan…es cierto, pero si soy yo la que decide. Y moriré de pie.
Por Nitu Pérez Osuna