Sarah Finch desempeñaba su jornada laboral como todos los días en un McDonald’s de Carmarthen, en Gales. Era una trabajadora excepcional, según las evaluaciones. Fue entonces cuando un compañero le pidió que fuera generosa con el chocolate en un McFlurry; ella cumplió pero su decisión provocó que la despidieran. Ahora, la justicia le ha dado la razón.
La protagonista, de 19 años, ha conseguido ganarle un pleito a sus jefes después de que la echaran por “desperdiciar la comida”, según declaró en los tribunales. La sentencia ha condenado a la empresa a pagarle 3.000 libras (unos 3.670 euros) en compensación por el despido, así como a escribir buenas referencias sobre Finch de cara a su futuro laboral, según consta en el Daily Mail.
“No hay un estándar para medir este tipo de condimentos, siempre es impreciso y varía en función de los clientes; mi compañero me había pedido un helado especial, así que es cierto que le entregué más cantidad de la normal”, declaró la propia Finch.
Ahora, la joven prepara los exámenes posteriores a secundaria en Química, Física y Biología. Lejos parecen quedar los 18 meses que pasó en McDonald’s, tras el litigio. Cobraba 180 libras a la semana. A buen seguro que estas 3.000 le vienen como anillo al dedo.