El general Wojciech Jaruzelski, último presidente de la Polonia comunista y el dirigente que impuso la Ley Marcial en 1981, falleció hoy a los 90 años como consecuencia de un infarto cerebral, una muerte que se lleva a uno de los protagonistas de la transición polaca a la democracia en los años 80.
Nacido en julio de 1923 en Kurów, el veterano militar dirigió la Polonia comunista desde 1981, cuando declaró la Ley Marcial y ordenó el arresto del líder de Solidaridad, el sindicalista Lech Walesa, quien posteriormente se convertiría en el primer presidente de la democracia.
La imposición de la Ley Marcial dejó decenas de fallecidos y miles de detenidos y el Gobierno comunista se vio obligado a suspenderla dos años después a causa de la fuerte presión popular.
El general Jaruzelski, quien fue juzgado por estos hechos en 2008 aunque nunca fue condenado, siempre defendió que la Ley Marcial sirvió para evitar un mal mayor: la invasión de Polonia por tropas soviéticas que, según aseguró en varias ocasiones, «habría causado decenas de miles de víctimas».
De acuerdo o no con esta interpretación, la Ley Marcial supuso un periodo traumático en la historia reciente polaca que aglutinó a la población contra el régimen comunista y precipitó su caída en 1989, cuando se celebraron las primeras elecciones libres después de los acuerdos suscritos entre el propio Jaruzelski y Lech Walesa.
Wojciech Jaruzelski, el hombre que siempre se escondía detrás de unas gafas ahumadas de color marrón, fue una de las principales figuras militares y políticas del país centroeuropeo desde la década de 1960.
Ocupó la cartera de Defensa en 1968, coincidiendo con la invasión soviética de la entonces Checoslovaquia, un acontecimiento en el que también participaron tropas polacas y que serviría posteriormente a Jaruzelski como ejemplo de lo que quiso evitar al imponer la Ley Marcial: demostrar a Moscú que su país podía poner orden en sus propios asuntos sin necesidad de la intervención del Kremlin.
Su paso por el Ministerio de Defensa también será recordado por el asesinato a balazos en 1971 de 80 trabajadores de los astilleros de Gdansk a manos de la policía antidisturbios.
Jaruzelski siempre aseguró que él nunca dio la orden de disparar, aunque el Sindicato Solidaridad y numeros historiadores sostienen que el general sí fue quien autorizó abrir fuego contra los huelguistas.
Ya en los 80 formó parte de la cúpula dirigente de la Polonia comunista, primero como primer ministro de 1981 a 1985, presidente del Consejo de Estado entre 1985 y 1989, y presidente del país entre 1989 y 1990.
Mucho antes, durante la II Guerra Mundial, el joven Jaruzelski se incorporó a unidades polacas del Ejército Popular Soviético, una situación que facilitaría su posterior ingreso en el Partido Obrero Polaco y su acceso a los engranajes del poder de la Polonia de posguerra.
Atrás quedaba el origen noble del militar, algo que no impedía una carrera fulgurante que lo llevaría a coronel en 1953, general tres años más tarde y director político del Ejército polaco en 1960.
Los últimos años de vida de Wojciech Jaruzelski estuvieron marcados por su delicado estado de salud, los intentos de condena por la imposición de la Ley Marcial y los escándalos sexuales de los que le acusó su viuda, Barbara Jaruzelska.
Ella aseguraba que el veterano general se había dejado seducir por la enfermera que lo cuidaba en casa en los últimos años, recibiendo del militar regalos, dinero y joyas.
El culebrón llegó al punto de que en febrero la hoy viuda de Jaruzelski aseguraba que pediría el divorcio después haber sorprendido a la enfermera «con la cabeza bajo la manta» de su marido.
[Fuente: EFE]