Miles de japoneses se concentraron este lunes en Tokio para protestar contra la energía nuclear. El accidente de la central de Fukushima, tras el terremoto de marzo, aún pesa en la sociedad nipona, que pretende evitar que un hecho similar vuelva a repetirse en el futuro.
Los manifestantes, que se reunieron en el parque Meiji, en el corazón de Tokio, corearon consignas contra la energía nuclear y pidieron que no se vuelva a repetir un accidente como el que desató el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo en la planta de Fukushima Daiichi.
El acto de protesta, que se celebró en día festivo en todo Japón, contó con la presencia del escritor y premio nobel de literatura de 1994, Kenzaburo Oe, declarado activista antinuclear, que repitió en la concentración su llamamiento por un mundo sin los riesgos de la energía atómica.
El escritor publicó este lunes un editorial en el diario Mainichi en el que pide la dimisión de los responsables del accidente y subraya el trauma que ha supuesto para las familias que han tenido que abandonar sus hogares y su modo de vida.
El accidente de Fukushima, el más grave desde el de Chernóbil en 1986, ha obligado a desplazar a unas 100.000 personas en un área de hasta 40 kilómetros de la central, mientras que la compañía operadora, TEPCO, continúa intentando enfriar y evitar fugas en los reactores afectados.
La policía ha estimado que en la concentración se reunieron unas 20.000 personas, mientras que los organizadores creen que fueron más de 50.000 los asistentes, cifras que la convertirían en la mayor protesta antinuclear desde el accidente.
Reiniciar los reactores
El recién nombrado primer ministro, Yoshihiko Noda, ha abogado por reiniciar, tras confirmar que son seguros, los más de 30 reactores, de un total de 54, que se encuentran parados en todo Japón por revisiones y por el debate creado sobre su puesta en marcha.
La inactividad de las centrales nucleares, fuente de un tercio de la energía que consumía Japón antes del desastre, ha desatado problemas de suministro eléctrico que obligaron a racionar la energía, especialmente durante el verano