Mar de Leva-. Rápida, inesperada, contundente, de actualidad, que responda una inquietud, deseo o simplemente sea una opinión generalizada aunque no dicha, son parte de las características de una frase política con pegada.
Existen políticos que pasan toda su vida sin producir una expresión histórica, mientras que otros han sido genuinos forjadores de revoluciones a través de la palabra hablada.
Como olvidar el “tengo un sueño” de Martin Luther King o el “sangre, sudor y lágrimas” de Sir Winston Churchill, como dejar a un lado a Mohatmad Ghandi con su “no hay camino para la paz, la paz es el camino”.
Todos ellos han sido exponente del Don de la palabra. No es necesario ser un gran orador o comunicador, sino tener el tino de expresar en el momento justo lo que la mayoría quiere oír.
Hugo Chávez dijo aquello de “por ahora” lo cual selló su llegada definitiva al poder en Venezuela, aún se escucha en el Perú aquel grito: “soy inocente” que espetó Alberto Fujimori a toda garganta.
Estas y muchas más forman parte de la historia, lo interesante que cada uno de ellos tuvieron un papel primordial en las historias de sus respectivos países; en ocasiones los lideres son más recordados por lo que dicen que por lo que hacen, de allí la importancia del discurso político y la construcción de contenido que permita un impacto en la opinión pública.
Antes de hablar en una concentración, antes de una rueda de prensa o entrevista puntual con algún medio de comunicación, sobre todo audiovisual, o inclusive antes de generar contenido por las redes sociales, debes poseer claro los siguientes aspectos: realidad social, política y económica, tu situación actual, el público y además los ítem de la brevedad y la forma de decirlo.
¡No basta con tener la frase idónea! Sino que tienes que saber cómo utilizarla, con qué timbre de voz, ante quién decirlo, en qué coyuntura, para que ésta tenga un feliz recibimiento entre los públicos meta.
El discurso político no puede ser palabreo o balbuceo, el discurso tiene que responder a una intencionalidad política y social, tiene que poseer una carga de verdad, amor, heroicidad, honor y gallardía, para que tenga lo necesario y transcienda en el tiempo.
Puedes ser político sin necesidad de decir alguna frase digna de ser recordada, inclusive podrás ser gobernador, alcalde, diputado, senador e inclusive presidente aunque lo que nunca serás será un emblema en la historia de tu nación, un estadista.
La palabra es fundamental en el político, por eso tiene que ser estudiada y analizada con detenimiento, no se debe improvisar.
El buen orador no necesariamente llegará a ser presidente de su nación, en Venezuela tenemos el caso de Jóvito Villalba, el paladín del discurso en aquellas primeras generaciones de demócratas, y jamás alcanzó la silla del Palacio de Miraflores, a pesar de ello lo que digas si es indispensable, aunque seas un tribuno básico, en la consecución de los objetivos políticos, sociales, ideológicos y colectivos que se tracen en tu carrera pública.
¡La frase! Esa que digas te marcará para el resto de tu vida y a todos tus más cercanos colaboradores, sí ella logra ubicarse en la memoria colectiva, serás estigmatizado, para bien o para mal, por su contenido y peso.
Podrás ser noble, fuerte, valiente, mártir, bueno o malo, de acuerdo con las expresiones que salgan de tu boca y la intensidad que le apliques al pronunciarlas, de allí que el discurso político no es un juego y cada uno de los actores del debate tienen que tomarla muy en serio.
Por José Dionisio Solórzano