Mar de Leva: «Impulsos, deseos y algo más», por @jdsolorzano

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José Dionisio SolórzanoImaginen por un momento la cuña televisiva o la valla publicitaria con aquella rubia despampanante, en aquella playa, luciendo su corto traje de baño rojo, mientras en las inmensidades del cielo azul el astro rey está latigueando su figura, lo que causa que ella sedienta busque la bebida que quita la sed de forma mágica.

¡Qué escena tan trillada! De esto no cabe la menor duda, sin embargo es un excelente ejemplo para demostrar que los impulsos y deseos humanos pueden ser moldeables.

¿Qué busca aquella imagen? Sencillo basándonos en nuestros principios básicos y animales, busca la relación subconsciente del deseo carnal con lo fisiológico promoviendo una respuesta en nuestra mente.

Es decir, te causa deseos, produce la sed. En otras palabras te dice que necesitas algo, aunque en verdad, en ese momento, no sea así.

¿Entonces somos víctimas constantes de los mensajes de manipulación? Claro que sí y claro que no. ¿Cómo es posible esta dualidad? La respuesta es lógica, primero el “sí” se refiere a que todo proceso de comunicación corporativa o política busca una respuestas en sus públicos meta y “no” porque en verdad no somos víctimas simplemente sino que a la vez somos victimarios.

Nadie piense que una persona superdotada creó de la nada todos los intríngulis de las comunicaciones, porque estás son tan viejas como la humanidad misma, porque el proceso de manipulación es normal entre los seres humanos.

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Cuando usted querida amiga sale de compras, sobre todo de ropa y otros enseres personales, busca lucir bien, normalmente dicen que el objeto de esto es “sentirse bien”, aunque esta expresión también es producto de campañas comunicacionales, lo cierto que lo que en verdad deseas es impactar a otras personas con su belleza, es decir, manipularlo a través de sus instintos.

¡Bueno! A lo que vinimos.

Los impulsos no son simplemente respuestas irracionales nacida de algún momento en particular, en ocasiones las decisiones que tomamos en la vida y que juzgamos “impulsos” son respuestas nacidas de una serie de mensajes, informaciones y datos que están depositados en el almacén del subconsciente.

Por lo general ignoramos que cada uno de nosotros somos simplemente un cúmulo de procesos subconscientes que nos hacen decidir lo que queremos en la vida.

Desde pequeños nuestros padres emprenden un proceso de manipulación al momento de inculcarnos valores y creencias, al decir lo que está bien y lo que está mal; los medios de comunicación social, tradicionales o no, la comunidad y el ambiente que nos rodea están constantemente cargándonos de información que más adelante serán nuestros esquemas para la toma de decisiones.

Así como una empresa de bebidas te incita a consumir su producto utilizando elementos comunicacionales que producen unas respuestas, así también actúa la comunicación política dentro y fuera de las campañas electorales.

¿Por qué usted vota por tal candidato o partido?

En muchas oportunidades las respuestas de quienes se enfrentan a esta pregunta son básicas, rebuscadas y generalmente traídas de los cabellos.

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Cuando un elector promedio toma una decisión electoral es parte de un proceso de comunicación que lo envuelve y que él, gratamente, se suma porque satisface muchos de los elementos cargados, como valores o ideales, en su mente.

Con esto tratamos de afirmar que sus deseos humanos en gran parte son fomentados a través de campañas de manipulación, sus impulsos son productos de la influencia de información y mensajes que han llegado a su mente mediante la aplicación de métodos de persuasión.

¿Qué esto está mal? ¿Qué no debe hacerse? Entonces dígale usted al bebé que llora para manipular a sus padres que no lo haga que ese no es el comportamiento adecuado, dígale a la joven que se viste de tal o cual forma para agradar a su novio que no lo haga más, ordénele al sujeto que busca mediante varias formas agradarle a aquella mujer que lo deslumbró que se abstenga de hacerlo… ¡No se olvide de decirme como le fue al hacer esto!

Es más dígale usted a los padres que no le impartan sus valores a sus hijos mediantes el premio y el castigo o a través de relatos temerosamente falsos, que intencionalmente buscan que sus hijos de alejen de algo o alguien, que se limiten de hacerlo para ver que les dicen.

Así es la vida simplemente.

José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano

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