No pocas madres de la ficción cinematográfica y televisiva han sido mujeres abnegadas, luchadoras y supremamente amorosas con sus retoños. La lista es ciertamente inagotable. Pero también existen las que han dejado su impronta desplegando su lado más oscuro. Son seres realmente abominables. Villanas y desalmadas en clave dramática o de humor. Hoy recordaremos a quienes, en nuestra opinión, ostentan el rango de memorables en esta categoría de malas malísimas.
La primera que se nos viene a la mente es la gran Faye Dunaway en Mamita querida, adaptación al celuloide del libro homónimo donde Christina, la hija adoptiva de una luminaria de Hollywood, Joan Crawford, narra con lujo de detalles los maltratos físicos y mentales a los que su famosa progenitora la sometía, lindezas como tener relaciones sexuales frente a ella, golpearla por no colgar su ropa en ganchos de madera, someterla a ayunos rigurosos y otras crueldades por el estilo. Faye hizo una interpretación tan impresionante de su célebre colega, que realmente aterrorizaba al más indiferente.
Jessica Lange como Constance Langdon en American Horror Story, una de las mejores series de TV de los últimos años, mantiene encerrado a su hijo deforme, a su hija con síndrome de Down la recluye en una habitación llena de espejos y solo se preocupa por el nieto demoniaco que tiene, concebido por Tate, su hijo fantasmal. Una madre de verla y salir corriendo despavorido.
En onda jocosa, Heather Graham encarna a Jade en las tres películas de la saga ¿Qué pasó ayer? Es una stripper que se casa con uno de los protagonistas, para luego dejarle a su bebé, así, sin ninguna explicación, sin contar con los negocios nada santos en los que se mete en la tercera parte.
Con todo y lo inescrupuloso de su personaje, January Jones, como Betty Francis (antes Draper) en la laureada producción de HBO, Mad Men, siempre logra, cada vez que aparece en pantalla, que nunca podamos quitarle los ojos de encima. Es una mujer fría, emocionalmente egoísta, inmadura e insegura, que se lleva muy mal con sus hijos, especialmente con la rebelde Sally, a quien deja fumar siendo aún una niña. Es la personificación del desdén hacia lo que no le interesa, incluidos sus hijos.
Kathy Bates es Helen Boucher en el filme El aguador, una madre castradora, que cocina platos realmente espeluznantes y que tiene dominado por completo a su hijo, el inadaptado social Bobby.
De la antología de las madres que son una joyita es Melinda Clarke, magistralmente recreada por Julia Cooper Nichols en la serie The O.C. Le gusta casarse por dinero y no le importa si el galán en cuestión es el padre de una de las mejores amigas de su hija, Marisa. Ella dejó al padre de ésta y se propone salir de abajo a costa de lo que sea.
La siempre divina Kim Basinger se luce en el papel de Stephanie Smith en 8 Mil. Luce muy creíble como la madre alcohólica que se deja maltratar por su nuevo “novio”, un compañero de escuela de su hijo Rabbit, interpretado por Eminem. Ella es un completo desastre, aunque cautiva al más pintado.
De la más reciente camada es Cersei Lannister en Juego de tronos. Es extremadamente cruel con todos los que se interponen en su camino, menos con sus hijos. Hagan lo que hagan, se hace la sorda, la ciega y es totalmente permisiva, sobre todo con Joffrey, a quien malcrió y terminó siendo un monstruo. Lena Headey hace toda una creación de este personaje temperamental y temerario.
¿Y cómo olvidar a esa primera dama de la actuación, Sian Phillips, en la añeja serie Yo Claudio? En el rol de Livia Drusilla , obliga a su hijo, Tiberio a divorciarse de su esposa por motivos políticos. Como si fuera poco, envenena a los nietos de su marido, el emperador Augusto, para que Tiberio suba al poder, y hace desterrar a su hijastra, Julia. Envenena a sus nietos si representan peligro para ella y también termina envenenando a su marido. En fin, una mala malísima a escala galáctica.
La robusta actriz afroamericana Mo’Nique resultó toda una revelación en Precious; tanto, que le dieron el Oscar a la mejor actriz de reparto por su interpretación de Mary Lee Jonston, una madre absolutamente desnaturalizada que por retener a su marido abusivo, hace que este viole en repetidas ocasiones a su hija Precious, a la que también golpea. Y por si todo esto fuera poco, trata mal a sus nietas.
Margaret White, la tenebrosa madre de Carrie en la película del mismo nombre que dirigió Brian de Palma, le valió el Oscar a la veterana Piper Laurie, sencillamente grandiosa como la fanática religiosa que está convencida que los dones telequinéticos de su hija son obras del diablo, por lo cual la reprime y golpea cruelmente. Al final decide matarla con un cuchillo, pero es Carrie quien la asesina y la deja crucificada. En la irregular versión que de esa cinta se hizo el año pasado, Julianne Moore no logró de ninguna manera opacar a la intérprete original del personaje.
Otra que se las traía era la Señora Robinson en El Graduado, la celebrada película de Mike Nichols, quizás el papel más memorable de esa inmensa actriz que fue Anne Bancroft. Esta dama era tan bicha, que no vacilaba en seducir al novio de su hija y luego retenerlo a través del chantaje y la manipulación. Muy de su casa ella.
La mamá de Sheldon -personaje interpretado por Woody Allen en Oedipus Wreck, uno de los episodios de Historias de Nueva York- es una típica madre judía, que siempre avergüenza, maltrata y anula a su hijo cincuentón delante de quien sea. Luego de un espectáculo de magia, ella desaparece, para luego ser vista en el cielo de Manhattan hablando sola y vigilando a su hijo, quien se hace famoso por el impasse.
La comediante Holland Taylor, como la elegante e independiente Evelyn Harper de Two and a Half Men es otra madre de armas tomar. Corredora de bienes raíces, cínica, procaz y promiscua, se ha casado muchas veces y tiene una relación tirante, teñida por la indiferencia hacia sus hijos.
La señora Lisbon, mimetizada por Kathleen Turner en la película de Sophia Coppola Las vírgenes Suicidas, es una fanática cristiana que reprime a sus hijas, hasta el extremo de no dejarlas salir ni respirar. Autoritaria, siempre indiferente a la tormenta interior de cada una de ellas, hace que se terminen suicidando una a una.
Para concluir, no podemos olvidar a la siempre excelente Meryl Streep como Violet, la odiosa matriarca agobiada por el cáncer en Agosto, una de las películas nominadas al Oscar de este año. Ni siquiera al final de sus días, esta severa señora da tregua a sus hijas cuando de atormentarlas se trata. Parece que sólo es capaz de reunir a su familia, tras la muerte de su marido, para ser sarcástica y malévola con ellas. Bien merecida su nominación al premio de la Academia por este rol, al igual que el de Julia Roberts como la única hija que la reta frontalmente. La pelea entre ambas en el piso de la sala diciéndose improperios es de antología.
[Fuente: revistadominical.com.ve]