La supuesta enfermedad del Presidente nuevamente genera desconcierto e incomodidades en el país, pero además crea un desespero y un estado de abandono en los candidatos forasteros impuestos por él, esos que contaban con que el “Máximo Líder” se los echaría al hombro en la campaña regional, hoy se quedan con los crespos hechos y tendrán enfrentar no solo a los candidatos de oposición legítimamente electos en primarias, sino también, deben pasar por el resentimiento que embarga a los gobernadores en ejercicio, a quienes ellos les serrucharon la oportunidad de relegirse (casos Tarek Williams en Anzoátegui, Rafael Isea en Aragua, Teodoro Bolívar en Cojedes, Luis Gallardo en Guárico y Enrique Maestre en Sucre).
Esta desaparición de Chávez ha provocado que se corran bolas y rumores de los diferentes sectores de la sociedad, y no podía ser de otra forma, ya que un hombre que fue capaz de encadenar el sistema de radio televisión en Venezuela para que el mundo lo viera llorar pidiéndole plegarias a imágenes divinas y se transformara en una atmósfera de lastima para su sanación, es lógico que ocurran estas reacciones, pero además fue el mismo Chávez quien, dándose golpes en la barriga cual tambor de gaitas, manifestaba que ya había curado gracias a Dios.
Si bien es cierto que la designación de los candidatos por parte un Presidente recientemente relecto de forma contundente, causó un impacto político medianamente bueno en las filas del PSUV, mas cierto es que Venezuela es un país folklórico electoralmente hablando y en los procesos electorales que no aparece el nombre de Chávez en el tarjetón los resultados no le favorecen al PSUV y mucho menos ahora que el primer mandatario se encuentra desaparecido en acción.
De esta manera Chávez y la élite incondicional que lo acompaña, entre gallos y media noche, seleccionaron a los delfines que lo seguirían a ciegas en las diferentes regiones del país; sin ni siquiera tener la más mínima consideración de que sí los mismos eran oriundos o no del estado o, peor aún sí estaban consustanciados o no con la realidad concreta de éstas. Eso no importó, lo que prevaleció fue el “jala-bolismo” o lealtad con el denominado “proceso” o mejor, con la sumisión al caudillo. Aquello de la cacareada “democracia protagónica y participativa” o el ejercicio de la “soberanía popular” fue echado al cesto de la basura. Pero ahora los forasteros quedaron íngrimos y solos, les salió el tiro de la macolla por la culata.
Por eso en los corrillos populares, se difunde a voz alta la versión del desconocimiento del caraqueño y boliburgues Istúriz de dónde queda el río Uchire en Anzoátegui por ejemplo, o si el caserío Guanapito queda el municipio Independencia, o si Elías Jaua esta claro que a las comunidades de San José de Onova que es territorio mirandino, solo tiene acceso por la Parroquia Sabana de Uchire de esta entidad anzoatiguense. Para sólo mencionar algunos referentes de los candidatos a gobernadores impuestos por la “dedocracia” de Chávez.
Ya sabemos que la lucha es dura, pero las elecciones regionales presentan particularidades distintas a las presidenciales, porque los seleccionados por la Alternativa Democrática, como afirmará Américo Martín, “son líderes certificados, gozan de la autenticidad y legitimidad que proporcionan los votos. ¿Y los del gobierno? Lo saben hasta las piedras, renunciaron al derecho de elegir y ser elegidos, terminaron de entregar su soberanía al gran demiurgo…diría uno, al “dedócrata”. Jamás, pues, hay que renunciar a la lucha, ni a las oportunidades.
La mayoría de los venezolanos “cumplieron” con Chávez el 07 de Octubre, no le imputan al primer mandatario el deterioro de la Patria y ahora los turistas huérfanos deberán enfrentar el sello de la derrota y regresar con el rabo entre las piernas a su lugar de origen.
Por Emilio Guzmán Rojas / @Emilio_Guzman